El Diario Montañés, 25 de abril de 2018
Feria
del libro de Santander. Buen ambiente. Conversaciones distendidas y olor a
tinta fresca. Este año ha trasladado su sede a la plaza de las farolas para
captar el botín de alguno de los muchos visitantes exteriores del Centro
homónimo. El libro será protagonista unos días, y eso es muy de agradecer por
quienes nos dedicamos a su defensa durante todo el año. Hace calor en la carpa,
pensada más para protegernos de la lluvia que para librarnos del bochorno
veraniego de este fin de semana. Por eso en los recesos me acerco al edificio
de las cerámicas enfermas y tomo un refresco bajo su voladizo, donde da la
vuelta el aire, en la terraza que mira a la bahía, bella siempre pese a los
ataques que sufre con asiduidad.
El
PRC acaba de denunciar que Fomento tiene un plan secreto para rellenarla y
ganar terreno en beneficio del puerto, y que por eso desde el ministerio se
oponen frontalmente al proyecto de La Pasiega. El ministro De la Serna sólo ve allí
un prado, «con un burro atado a una valla», circunstancia que achaca a la
parálisis que sufre la región con los socios del bipartito. Me acompaña en la
contemplación del «marco incomparable» alguien que conoce bien los entresijos
parlamentarios. Me comenta que la postura punzante del ministro, una semana
tras otra, se debe a que el sector dieguista del PP está haciendo lo que parece
una huelga de brazos caídos y no presenta ninguna iniciativa parlamentaria
contra el gobierno; de ese modo pretenden anular la gestión de Buruaga. De ahí
la postura de Íñigo, forzado por las circunstancias a ejercer la oposición que
no hace el sector díscolo de su partido. Es una hipótesis nada despreciable.
De
regreso a la carpa consideramos humorísticamente la conveniencia de amarrar el
burro de La Pasiega dentro de ella. Sería el lugar idóneo para que los
políticos posasen junto al asno con el diploma de un máster en la mano. Si
además dijeran «No seas como él: para triunfar hay que leer», tendríamos el
mejor eslogan de la feria.