martes, 24 de abril de 2018

EL BURRO Y LA BAHÍA (25 de abril de 2018)


El Diario Montañés, 25 de abril de 2018

Feria del libro de Santander. Buen ambiente. Conversaciones distendidas y olor a tinta fresca. Este año ha trasladado su sede a la plaza de las farolas para captar el botín de alguno de los muchos visitantes exteriores del Centro homónimo. El libro será protagonista unos días, y eso es muy de agradecer por quienes nos dedicamos a su defensa durante todo el año. Hace calor en la carpa, pensada más para protegernos de la lluvia que para librarnos del bochorno veraniego de este fin de semana. Por eso en los recesos me acerco al edificio de las cerámicas enfermas y tomo un refresco bajo su voladizo, donde da la vuelta el aire, en la terraza que mira a la bahía, bella siempre pese a los ataques que sufre con asiduidad.
El PRC acaba de denunciar que Fomento tiene un plan secreto para rellenarla y ganar terreno en beneficio del puerto, y que por eso desde el ministerio se oponen frontalmente al proyecto de La Pasiega. El ministro De la Serna sólo ve allí un prado, «con un burro atado a una valla», circunstancia que achaca a la parálisis que sufre la región con los socios del bipartito. Me acompaña en la contemplación del «marco incomparable» alguien que conoce bien los entresijos parlamentarios. Me comenta que la postura punzante del ministro, una semana tras otra, se debe a que el sector dieguista del PP está haciendo lo que parece una huelga de brazos caídos y no presenta ninguna iniciativa parlamentaria contra el gobierno; de ese modo pretenden anular la gestión de Buruaga. De ahí la postura de Íñigo, forzado por las circunstancias a ejercer la oposición que no hace el sector díscolo de su partido. Es una hipótesis nada despreciable.
De regreso a la carpa consideramos humorísticamente la conveniencia de amarrar el burro de La Pasiega dentro de ella. Sería el lugar idóneo para que los políticos posasen junto al asno con el diploma de un máster en la mano. Si además dijeran «No seas como él: para triunfar hay que leer», tendríamos el mejor eslogan de la feria.

martes, 17 de abril de 2018

SANTANDER SATISFECHA (18 de abril de 2018)


El Diario Montañés, 18 de abril de 2018

Cuando regreso a Santander después de un viaje me invaden sentimientos contrapuestos. Por un lado, me gusta reencontrarme con un paisaje que forma parte de mi esencia, por otro, me atenaza la tristeza. «Vienes de Barcelona, donde creemos que está gestándose el fin del mundo por cuestiones de banderas –me dice un amigo–, y resulta que donde el mundo está llegando a su fin es aquí, pero no somos capaces de verlo porque también nos ciegan las banderas que cuelgan en nuestros balcones». El ambiente cosmopolita de las grandes ciudades, profuso en gentes que vitalizan sus arterias en un perpetuo fluir, se empobrece en la nuestra por una suerte de ensimismamiento melancólico que nos hace pasear una y otra vez por el entorno del paseo de Pereda, Castelar y la bahía –«como esto no hay nada»–. Y nos conformamos con la rutina contemplativa de la urbe, beatíficamente aburrida, sin otra actividad apenas que la de ese deambular cotidiano, tras haber leído la prensa en alguna cafetería. «Esto es paz. En verano se pone imposible con tanto turista. Ahora da gusto», decimos vanidosos, porque sólo nos acompaña la soledad primaveral. De vez en cuando alguna noticia sacude nuestra modorra: la piel del Centro Botín que se gangrena, el espigón que crece en la playa, el MetroTus y su carril que entorpecen más que ayudan, la victoria o la derrota del equipo de fútbol local en segunda B, el diseño bendecido de unos autobuses… «Cuando la presión de la ciudad me abruma, cojo el coche y me voy a Bilbao –insiste mi amigo–. Allí me cargo de oxígeno para soportar otra temporada la apnea santanderina». (Bilbao, tan cerca y a la vez tan lejos de nosotros, ha sabido darle una vuelta de tuerca a la ciudad y ha diseñado una metrópoli activa en lo laboral, a la vez que cultural, turística y moderna). Sé que es fácil criticar sin proponer nada. Pero urge resolver el problema de Santander que, de tan satisfecha, se nos está muriendo poco a poco. Algunos lo llaman gentrificación; otros, más precisos con el lenguaje, aburguesamiento. 

martes, 10 de abril de 2018

DISCREPANCIAS Y COINCIDENCIAS (11 de abril de 2018)


El Diario Montañés, 11 de abril de 2018

Semana de discrepancias políticas en lo económico. Según el PP, la esplendidez de los presupuestos nacionales para con nuestra región ha sido tal que los cántabros hemos tenido un subidón de bilirrubina de tan contentos, algo médicamente explicable porque las borracheras, en este caso de millones, pueden afectar al funcionamiento del hígado y con ello al aumento de esa sustancia. Sin embargo, el gobierno regional y algunos partidos de la oposición han visto la botella medio vacía, con escasa cantidad siquiera para achisparse. Y tienen la convicción de que su bilirrubina no se alterará, porque lo del gobierno central ha sido un brindis al sol.
Es habitual que a la hora de analizar los datos económicos no nos pongamos de acuerdo. No obstante, el consejero de industria acaba de apostar por la creación de un tercer carril en la autovía de Bilbao –algo en lo que coincide con el proyecto de ley de Presupuestos Generales– y por una conexión por tren que nos permita llegar a la capital vecina en 35 minutos, porque es ahí, en el Este, donde se está cociendo el bacalao y es importante llegar antes de que se enfríe el pil-pil. Una coincidencia puntual. Algo es algo.
Quienes coinciden plenamente en que las cuentas municipales no están nada claras son los partidos de la oposición en el ayuntamiento de Cayón. Comentándolo, me recordaba un amigo de la infancia lo que aprendimos en la escuela siendo niños, referido a que nombres y apellidos no tienen por qué identificarse con la calidad de las personas que los portan. Hay Calvos, decían los libros, con poblados cabellos, y Cabellos con la testa calva; rubios de apellido Moreno, y morenos de apellido Rubio. La lista continuaba con más ejemplos jocosos. Mi amigo mantenía que en el caso del ayuntamiento cayonés el nombre le venía pintiparado al alcalde –Gastón–, pues coincidía con el talante derrochador que le atribuyen. Tuve que aclararle que esa palabra no está recogida en el diccionario de la Real Academia. Pero la cosa tiene su gracia, me replicó. Discrepé, aunque en el fondo coincidía con su apreciación.

martes, 3 de abril de 2018

SEMANA DE PASIÓN (4 de abril de 2018)


El Diario Montañés, 4 de abril de 2018 ©DM

En nuestra insegura economía, la mejoría o el empeoramiento de los datos nunca son definitivos. Lo que hoy es bueno, mañana puede ser malo. Y viceversa. Sucede con las cifras del paro, inestables hasta la desesperación, por aquello de que cuando los puestos de trabajo son eventuales no es posible fijar nada, porque nada es definitivo. Hay estadísticas de empleo en las que un mes tenemos los mejores resultados de España y al mes siguiente los peores. Algo similar ha ocurrido con el turismo esta Semana Santa, cuando los datos en el parque de Cabárceno –un termómetro preciso– cambiaron de signo de un día para otro. El viernes se batió el récord de la década en cuanto a visitantes, pero el sábado apenas se alcanzó la mitad que el mismo día del año anterior. Lo que demuestra que la economía, cuando depende de la meteorología, es frágil, desvalida, y siempre está a la intemperie.
En defensa de tan menesterosa situación, Revilla se ha echado al monte para luchar en desigual combate contra los gigantes –en Peña Cabarga y en mangas de camisa, hay que tener mucho valor– y demostrar que los telediarios se equivocaban en sus predicciones meteorológicas. Mientras, en el gobierno de coalición que le está tocando sufrir, se le agigantaban los enanos. El último problema, hasta ahora, ha sido el caso de Joaquín Ruiz Sisniega, gerente de la Fundación Marqués de Valdecilla, que compatibilizaba tal gerencia con una pensión de incapacidad permanente total, a la postre incompatible. La ley contempla que un trabajo remunerado y una pensión sólo pueden coexistir si las funciones del trabajo no coinciden con las que dieron lugar a la incapacidad. Y en el caso de Ruiz Sisniega, según parece, eran tan similares que coincidían en todo.
En su particular semana de pasión, cuando regresó del monte, el presidente se encontró con el calvario del fuego amigo. Un sinvivir, sólo paliado con la satisfacción de ver publicado un nuevo libro en el que denuncia muchas cosas y defiende la virilidad de ‘Furaco’. Menos mal.