El Diario Montañés, 18 de diciembre de 2013
Daba el
año 2012 los últimos coletazos cuando un reportaje del ‘The New York
Times’ difundió una imagen de nuestro país que dañaba la «marca
España». El fotógrafo Samuel Aranda mostraba la cara más descarnada de la
crisis, con grupos de personas que guardaban fila en espera de los alimentos de
los comedores sociales, y otros que buscaban comida en los contenedores de
basura. Estaban entonces en Nueva York el presidente Rajoy y el rey Juan Carlos
haciendo promoción de nuestras excelencias patrias. Ambos intentaron rebajar la
veracidad de la noticia, e incluso el monarca, según fuentes de la propia Casa
del Rey, «acudió a la sede del periódico neoyorquino para explicar e intentar
deshacer tópicos y simplificaciones de la crisis».
Un año
después, ya terminando 2013, la sociedad es consciente de la gravedad de la
situación, y cada día pone en marcha más iniciativas solidarias de recogida de
alimentos y de cuidado de los que no tienen techo. Nadie quiere que se repita
la reciente tragedia de Sevilla, en la que tres miembros de una familia han
muerto y un cuarto está grave por alimentarse con comida caducada, supongo que
por necesidad, y no por seguir los insensatos consejos del ministro Arias
Cañete.
Nuestros
gobernantes, mientras tanto, pretenden levantarnos el ánimo. Por eso anuncian
un día sí y otro también que lo peor ha pasado y que pronto veremos la luz.
Aunque nuestro presidente regional –el del retrovisor– ha matizado que sólo
será así si seguimos siéndole fiel a su partido, que es el único que «cumple y
planifica»
y el que «habrá resuelto la crisis» en 2015. Además, tiene la certeza de que revalidará
su mayoría absoluta en Cantabria, porque enfrente no ve ninguna alternativa.
Si
acaso no fuera por un problema de óptica o porque está muy crecido tras una
semana de pactadas entrevistas televisivas, sería preocupante. Porque no es
bueno que nadie piense en democracia aquello de «yo, o el caos».
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