El Diario Montañés, 10 de diciembre de 2025
Vaya
por delante que, aunque hombre de letras, me apasionan los números. Fue un
asunto de letras el que me empujó el pasado lunes a buscar la ubicación de la
cueva del Cúlebre por la costa barquereña. Dos personajes infantiles de una
novela que está escribiendo para Valnera el vallisoletano Jesús Salviejo serán
protagonistas de una escena fundamental en su interior y por el entorno de los
ariscos acantilados que la limitan. Llegar hasta ella y volver al punto de
partida, caminando entre aladiernos, encinas, laureles, brezos y aulagas, me
supuso recorrer –aquí comienza la magia de los números–10.000 pasos, cifra milagrosa
que, nacida del marketing, se ha instalado en nuestros relojes como medida de
salud. El primer objetivo del día lo cumplí doblemente, pues además de descubrir
la ubicación de la gruta pude alcanzar con solvencia la meta de los pasos.
El
segundo, llegó pronto. Cuando pasé por el baño, obtuve la satisfacción numérica
de que la pertinente micción, previa a la pitanza, durara aproximadamente los
21 segundos que recomiendan sesudos estudios de la Universidad Tecnológica de
Georgia para mantener en forma la elasticidad de la vejiga y salvaguardar el
resto del canal urinario. Si durante la comida y lo que quedaba del día lograba
ingerir los dos litros y medio de agua recomendados, el puente de la
Constitución iba a resultar prolijo en salubridad.
Sin
embargo, otra cifra, que también tiene el número 21 como eje, me resulta
difícil de alcanzar, pues si ya es complicado conseguir tal cantidad de
eyaculaciones mensuales para prevenir el cáncer de próstata, lograrlo a mi edad
resulta quimérico.
En
todo caso, con este artículo pretendo seguir el consejo de algunos lectores
fieles que me recomiendan rebajar el tono crítico, en al menos uno de cada
cinco, para dar un respiro.
Hecho.






