martes, 28 de octubre de 2025

ZONAS DE SACRIFICIO (29 de octubre de 2025)

El Diario Montañés, 29 de octubre de 2025
 

Uno de los mayores conocedores de los problemas de la llamada «España vacía» me descubrió un concepto inquietante: el de las «zonas de sacrificio». Con ese nombre se denominan en economía los territorios en los que se concentran infraestructuras que la sociedad avanzada necesita, pero desea mantener alejadas por su carga nociva. El ‘modus operandi’ siempre es el mismo: «Se selecciona un territorio, se promete desarrollo y puestos de trabajo, pero se sacrifica cuanto haya que sacrificar». Y emergen molinos eólicos, campos de energía solar, macrogranjas, plantas de biogás, tendidos de alta tensión…, que llevan consigo contaminación, degradación medioambiental y problemas sanitarios a los lugares donde se instalan.  

Pero en ocasiones el concepto trasciende lo estrictamente ambiental. Una medida tomada en el ámbito de la natación nacional ha considerado «zonas de sacrificio» a las que no tienen piscinas de 50 m. Lo habían intentado anteriormente en cuatro ocasiones –2012, 2015, 2018 y 2022–. Entonces defendí en la Asamblea Española de Natación que los tiempos en piscinas de 25 m debían seguir homologándose, tras una reconversión y en nombre de la igualdad, para poder competir en los campeonatos de España que, salvo los de invierno, tienen lugar en piscinas de 50 m. En las cuatro ocasiones logramos paralizar la injusticia.

Advertí, cuando dejé la presidencia del CN Camargo, que el peligro seguía latente, y desgraciadamente tenía razón. La Junta Directiva de la RFEN, sin pasar por la Asamblea Nacional, ha eliminado la conversión antigua y ha fijado marcas mucho más difíciles a las piscinas de 25 m, poniendo en dificultades para la competición de élite a zonas que, como Cantabria, solo tienen esas infraestructuras deportivas.

Nuestra región necesita con urgencia una piscina de 50 m, porque esta normativa supone una barrera para muchos de nuestros deportistas, que han pasado a ser considerados de nivel inferior. Y tanto el deporte como la implantación de infraestructuras nocivas no deberían utilizarse para favorecer la desigualdad territorial.

martes, 21 de octubre de 2025

DOCE CÁNTABROS ILUSOS (22 de octubre de 2025)

 


El Diario Montañés, 22 de octubre de 2025

En ocasiones, la esperanza del ser humano puede ser tan grande como su ingenuidad. Aunque compruebe que el escenario se repite año tras año, suele persistir en su ofuscación. «Quizás esta vez pueda librar la piedra y no tropezar de nuevo», se dice, antes de picar en el anzuelo. ¿O no es pecar de cándida inocencia presentar una novela al Premio Planeta, sabiendo que está concedido de antemano, tras existir un contrato con la ganadora o el ganador que lo deja todo bien atado? Pues pese a esto, que a casi todos nos parece evidente, han querido ver una luz, ciegas de ilusión, las mil trescientas veinte personas que han presentado sus novelas a la septuagésimo cuarta edición del premio, «un récord de participación». La literatura, como la lotería, sigue siendo un acto de fe.

Los que nos venimos dedicando desde hace bastantes años a este mundillo del libro sabemos que en nuestro país estamos muy cerca ya de que los escritores superen en número a los lectores, porque, a diferencia de Borges –«que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído»–, preferimos presumir de nuestras creaciones literarias, aunque para ello hayamos debido autopublicarlas. Escribir viste mucho, da prestigio en las conversaciones con los amigos –«tengo una novela entre manos», «estoy madurando un poemario»–, y no digamos lo que adorna el currículo.

He sabido que doce, de los mil trescientos veinte manuscritos enviados al Planeta, provenían de Cantabria. Un número que es casi seguro que proporcionará en el futuro a los editores regionales la posibilidad de tener entre las manos, para analizar su posible publicación, unos cuantos originales que llevarán el marchamo de «presentado al Premio Planeta».

Advierto de antemano que esa no es la mejor tarjeta de visita.


lunes, 13 de octubre de 2025

APRENDER A PARAR (15 de octubre de 2025)

 

El Diario Montañés, 15 de octubre de 2025

Juan Angulo, artesano de aromas a fuego lento, tiene en su restaurante el escenario ideal para descubrir a quienes viven con prisa. Y como la vida le ha proporcionado una intuición especial, suele sorprenderlos cuando, ante sus gestos impacientes reclamando atención, se acerca hasta ellos y les dice, por ejemplo, «Sois de Madrid ¿verdad?». Casi siempre acierta. «¿Cómo lo sabe?». «Muy sencillo, vuestra vida gira en torno a la prisa. No descansáis ni en vacaciones, todo lo queréis ya. ¿Qué se puede esperar, si habéis convertido las escaleras mecánicas en pistas de atletismo para subir o bajar por ellas, adelantando a quienes van parados? Relajaros. Aprovechad este tiempo de ocio. Consumidlo lentamente, degustadlo mientras saboreáis la comida. Veréis qué placer».

Reflexionaba esto mientras aguardaba en una acera a que se abriera el semáforo, cerrado a los peatones, comprobando que cada uno de los que se incorporaba a la espera pulsaba el botón, metáfora del aquí estoy yo, el más listo, como si considerase tontos a los demás, que ya lo habíamos pulsado. «Pulse el botón. Espere verde», incitaban las letras luminosas, placebos para la impaciencia.

Vivimos una época que ha convertido la rapidez en virtud. Por eso la prisa obliga a buscar atajos que van desde el cambio de la cola en el cajero de los supermercados, al diseño de currículos falsos, que simulan un tiempo de formación que nunca se invirtió. Y pese a que las previsiones optimistas del siglo XX anunciaban la civilización del ocio, parece que las cosas laborales no van por ahí.

Quizá haya llegado el momento, por el bien de nuestra deteriorada salud mental, de reivindicar la lentitud. De dejar de correr por las escaleras mecánicas. De no pulsar botones y mirar más hacia los lados. De detenernos un momento para saber hacia dónde vamos.

 

martes, 7 de octubre de 2025

MUÑECO DEL PIM PAM PUM (8 de octubre de 2025)

 

El Diario Montañés, 8 de octubre de 2025

Tengo una edad en la que me resulta difícil soportar ciertas necedades que nacen de la mentira, crecen, se reproducen con rapidez, y según parece, nunca mueren. Estoy harto de escuchar que la cultura vive gracias a las subvenciones, una acusación de la que se libran otras grandes empresas que, por cierto, las reciben de muchísima mayor cuantía: energéticas, telecomunicaciones, construcción, automoción… Pero el concepto de subvención ha quedado identificado, según los peculiares valores de la derecha, con las colas del hambre, con los «chiringuitos culturales», o con los que «se han dado el baño» en la flotilla que, según Ayuso, era vacacional, y no de ayuda solidaria a Gaza.

Esta semana, precisamente por revisiones propias de la edad, he visitado el hospital de Valdecilla. La enfermera que me atendió era una gran profesional, cercana y empática, con treinta años de servicio y total entusiasmo por su trabajo. Mientras lo realizaba, me comentó que tenía una cinta métrica a la que le faltaba un centímetro, muestra del cuidado escrupuloso que ponía con los materiales de su profesión, cuyo uso exprimía todo lo posible. Sin embargo, la falta de medios se reflejaba en que llevaba dos años reclamando un aparato muy necesario para desarrollar mejor su labor. «La sanidad pública se encamina a la desaparición», me dijo, apesadumbrada.

Entonces reflexioné sobre otra forma de subvención encubierta: el desvío de ciertas tareas de la sanidad pública hacia la privada, que en Madrid es muy evidente y en Cantabria, con la filosofía de Pascual –«es una reliquia que no da más de sí»–, hace tiempo que resulta alarmante, porque lo mismo se derivan las listas de espera que las mamografías atascadas. Con el consiguiente pago, por supuesto.

Por eso me cabrea que se tome la cultura como muñeco del pim pam pum. 


martes, 30 de septiembre de 2025

TERTULIAS CON VOCERÍO (1 de octubre de 2025)


 El Diario Montañés, 1 de octubre de 2025

Dicen que los perros pueden entender más de ciento cincuenta palabras. No está mal, si tenemos en cuenta que es la misma cantidad que manejan los niños de tres años. Bruma, mi perra fiel, secretaria que me acompaña mientras esto escribo, ha desarrollado gran capacidad de percepción, y un raciocinio que para sí quisieran los tertulianos de la prensa rosa o deportiva, que tanto monta, porque ambas conviven dentro de un ecosistema televisivo viciado por los gritos y la nula comprensión. Pensaba en esto mientras, por lances de la vida, soportaba los programas televisivos que, con noventa y cinco años, consume mi suegra, adormilada, sin apenas comprenderlos, pero a todo volumen, quizá por necesidad del ruido de fondo. Si cambiara con rapidez el canal y mezclara las infidelidades del torero y la folklórica con los exabruptos de Roncero, la confundiría con facilidad.

Entonces vino a mi memoria el soneto que José María Pemán dedicó a José María Cossío deseándole una vejez tranquila, paseando por Tudanca y, ya chocho, mezclara sus tres aficiones principales, literatura, toros y fútbol:

«El famoso marqués de Santillana / era del “Racing” delantero centro. / ¡Y cómo toreaba en cada encuentro / “al natural”, con su muleta grana! / Se llamaba José. Por su ventana / se veía Tudanca, sierra adentro: / eje de la Poesía y epicentro / donde “el Gallo” compuso La Araucana. / Mientras, Pepe Luis Bécquer Suárez, / del “Barcelona” y de las Rimas gala, / nos colaba un “penalty” de cantares. / Este es, lector, mi cielo y mi Valhala: / Pereda… Peña Amaya… Cielos… Mares… / Una marquesa… un puro… ¡un gol!... ¡Kubala!».

Cuando leo el artículo en voz alta, como tiene trescientas palabras, Bruma no lo entiende completamente. Pero sospecho que llega un poco más allá que algunos tertulianos.

martes, 23 de septiembre de 2025

HOY NO ME QUIERO LEVANTAR (24 de septiembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 24 de septiembre de 2025

Resulta que la murria que nos ataca los domingos por la tarde es un síndrome que, como exige el rigor científico, tenía su nombre correspondiente en inglés: 'sunday scaries' ('terrores del domingo'). Cuando lo supe, experimenté el mismo asombro que Jourdain, el protagonista de ‘El burgués gentilhombre’; él llevaba más de cuarenta años expresándose en prosa sin saberlo, y yo sufro los rigores dominicales hace más de sesenta años –desde que tengo uso de razón– sin nombrarlos correctamente.

Y mira que los domingos suelen comenzar bien, con un desayuno tranquilo, rememorando la prometedora tarde de los viernes, cuando teníamos por delante todos los proyectos de holganza, o la fiebre pasional del sábado noche –si todavía la edad admite ciertas licencias amatorias–. Pero a eso del atardecer, no sé qué es lo que nos pasa, que el alma comienza a capitidisminuir y surgen terrores infundados, porque no parece racional tener más miedo a un jefe que, pongamos por caso, a un oso, por mucho que el primero nos considere bolcheviques si pretendemos trabajar unas horas menos a la semana.

Yo tengo que confesar que, aun jubilado, sigo amurriándome, perdón, padeciendo ‘sunday scaries’, en los sopores vespertinos de los días festivos, previos al curro –como cuando dicen que los miembros, incluso amputados, continúan doliendo–, y los lunes me arrebujo con fuerza en las sábanas porque no me quiero levantar.

Quizás haya dado en pensar en este asunto motivado por la particularidad que tenía el pasado domingo, víspera de la entrada del otoño, con un tiempo lluvioso y gris, radicalmente distinto al veraniego, que anunciaba el regreso de nuestros responsables políticos al debate en el Parlamento de Cantabria, que ha puesto en marcha «un nuevo curso marcado por una “intensa” agenda legislativa».

¡Menuda mala tarde habrán pasado los pobres! ¡Qué faena!

martes, 16 de septiembre de 2025

LO QUE EL LENGUAJE ESCONDE (17 de septiembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 17 de septiembre de 2025

El lenguaje, que nació con vocación de entendimiento, en consonancia con estos tiempos convulsos se utiliza como herramienta de desencuentros. Aunque entre el blanco y el negro existen numerosos matices de grises, nadie quiere apreciarlos, y los grupos ideológicos prefieren posicionarse en uno u otro lado del espectro cromático para mostrar, cual armas arrojadizas, las diferencias. Y dado que las palabras tienen múltiples caras, como los poliedros, no ayudan a la concordia y se convierten en balas de división. Basta con que unos proclamemos que Israel está cometiendo un genocidio con Gaza, para que rápidamente otros nos consideren zurdos de pensamiento, porque un pensamiento diestro, como dios manda, a lo sumo admitirá el término presión, nunca el de genocidio.

La Vuelta ciclista a España ha servido de escaparate para mostrarle al mundo, según los primeros, lo mejor de nuestro país, denunciando el genocidio; para los segundos ha supuesto una vergüenza internacional, muestra de nuestra ruindad. Allá cada cual con su conciencia, si es que aún nos queda. Poner en el mismo nivel de la balanza los asesinatos de Gaza –según Save the Children, «al menos un niño palestino ha sido asesinado cada hora, de media, por las fuerzas israelíes en Gaza durante casi 23 meses de guerra, en total más de 20.000»– y la suspensión del final de la última etapa, es para que nos salgan los colores, salvo que seamos freires, delgados o similares.

En esto del lenguaje, un conocido empresario cántabro, simpatizante del orden y la jerarquía, no tuvo reparo alguno cuando calificó de bolchevique la pretensión del gobierno de reducir unas pocas horas la jornada laboral. Tuve que recurrir a la faceta diplomática de la lengua y esconder el enfado que me producían sus palabras tras un taco refinado, cual personaje del novelista Ignacio Sanz: «Cagüen Dioro».