El Diario Montañés, 20 de noviembre de 2024
Los
políticos suelen marcarse el objetivo de situar a sus representados en los
primeros puestos de las clasificaciones positivas, al menos mientras no están
en el poder. Tras mostrarnos la patita blanca por debajo de la puerta de las
promesas, las cosas pueden cambiar porque se enfrentan a la realidad o porque
la harina desaparece y nos permite apreciar el verdadero color de su pezuña ideológica.
Según las palabras de los que estaban antes, el hospital de Valdecilla iba a
ser el primero a escala nacional en instalar la protonterapia, pero con los de ahora
dicen que los retrasos pueden llevarnos a ser de los últimos.
El
funcionamiento de nuestra sanidad es preocupante. Casi al tiempo que se nos
vendía un importantísimo incremento presupuestario, para demostrar la apuesta del
gobierno regional por lo público, se anunciaba una huelga de ambulancias, que
son de gestión «externalizada». Si esto fuera poco, la gerente de Valdecilla echó
más leña al fuego declarando que las listas de espera no están bien confeccionadas
porque existe una agenda «oculta» para «mantenerlas» hinchadas, y señaló como responsables
a partidos políticos, sindicatos, colectivos médicos… Ni los pacientes quedaron
al margen, porque dijo que a las personas en lista de espera nadie les ha
preguntado «si quieren estar» o si «tenían una indicación de verdad quirúrgica
para estar». Como si nos apuntaran sin más criterio que el del interés personal.
Consciente de su impostura, dimitió.
En
esto de la sanidad deberíamos ponernos de acuerdo siquiera en lo básico, porque
destacamos en lo negativo: ocupamos los primeros puestos en cuanto a dimisiones
–de segunda línea, claro– y somos únicos en cuanto a no tener helipuerto hospitalario,
pese a las reiteradas promesas. Se sigue peleando como si se obviase que la
rapidez (ambulancias, listas de espera reducidas, helipuertos…) también salva
vidas.