El Diario Montañés, 12 de febrero de 2020
Cuando
procrastinar se decía posponer todo parecía más sencillo. Pero esa dura
conjunción de erres le proporciona al vocablo una sensación de aspereza, casi de
enfermedad. Tengo tendencia a la procrastinación, dices, y te miran con sentimiento
comprensivo, porque no saben bien dónde te duele, pero sospechan que un ataque
de tal índole debe de molestar mucho. La procrastinación no suele doler solo a
quien la padece, también a quien sufre sus efectos, generalmente alguien cercano
al sujeto procrastinador. Yo, como editor, me he acostumbrado a soportar el
retraso en la entrega de los textos de ciertos autores, y como ciudadano que
intenta resolver asuntos burocráticos con la Administración, me he encontrado en
más de una ocasión con el «vuelva usted mañana»…
Pagar
las facturas a los proveedores en 90,37 días de media quizás no sea en puridad
procrastinar, pero sí es un récord negativo de tardanza que tiene nuestro
gobierno regional, periodo que triplica los plazos de 30 días que exige la ley.
Que la lista de demora de la sanidad cántabra esté en 100,5 días, es otra
triste plusmarca regional que afecta a 10.570 personas que permanecen en espera
para entrar al quirófano; aunque quizá tampoco eso sea procrastinar, porque dicen
quienes de tal cosa entienden que la palabra define el vicio de aplazar
trabajos que sabemos que debemos hacer, bien por pereza, por desagrado, por complejidad
o por falta de estímulo. En el caso de nuestra administración regional no es
por eso. Los funcionarios cumplen los plazos, me consta, pero luego Hacienda demora
los pagos porque las arcas están vacías. Problema que también afecta a la sanidad,
que no repone, ni de lejos, los puestos de trabajo que quedan libres con las
jubilaciones. La sombra de la crisis de 2008 es alargada. Y los leves rayos de
luz que se intuían en lontananza están amenazados por negros nubarrones de otra
crisis.
Para
cumplir con mis lectores en este rincón he debido vencer una semana más mi
tendencia natural a la procrastinación. El deber, es el deber. Y cumplir la ley
debería ser el primer deber de todo gobierno.
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