El Diario Montañés, 19 de abril de 2017
Atrás quedó la
Semana Santa de las banderas. El 14 de abril, viernes santo, la republicana
renació en algunos lugares, mientras que las del ejército español ondeaban a
media asta en todos los cuarteles de nuestro Estado, constitucionalmente no
confesional. No es extraño, porque por la estrecha boca del buzón de ciertas
instituciones no cabía la Carta Magna. En 1980, tiempo de «mili», canté el
himno de la Armada, escrito por Pemán y nunca revisado, que anuncia el regreso
del imperio –«El imperio a España vendrá por los caminos del mar»– y pide a los
marineros que crucen los mares guiados por una rosa de los vientos que tiene «delante,
la gloria, la leyenda en pos, debajo las voces de nuestros caídos y arriba el
mandato de España y de Dios». Son fachadas de la tradición difíciles de cambiar
cuando Dios es el capitán general de los ejércitos.
En Cantabria
hemos rozado el lleno hasta la bandera. Se llenó Cabárceno, el parque en el que
Hormaechea soñaba elefantes mientras el presidente de Altos Hornos proyectaba
alargar la agonía de una explotación minera agotada. Y se llenó Fuente Dé, para
subir a los Picos por el camino de cables que trazó otra mina cerrada. Dos
ejemplos de reconversión que dejaron paso a la mina turística que ahora oxigena
las arcas de Cantur, justo cuando el gobierno regional va a recortar treinta y
dos millones de euros poco después de aprobarse el presupuesto.
Con gente hasta
la bandera me gustaría que estuviese la feria del libro de Santander, que se
inaugura pasado mañana. Y que las ventas elevasen el ánimo de libreros y
editores, esos profesionales que se resisten a que muera el mágico mundo del
papel. Si además el gobierno regional paga las ayudas a la edición, paralizadas
desde diciembre, el futuro se presentaría un poco más amable. Pero la Hacienda regional,
tan cauta, tiene los pagos retenidos ‘sine die’, que es una manera latina de
decir vaya usted a saber hasta cuándo. O, acorde con estos tiempos, cuando Dios
quiera.
Esperemos poder
resistir hasta entonces con la bandera levantada.
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