martes, 11 de noviembre de 2025

¿POR QUÉ NO YO? (12 de noviembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 12 de noviembre de 2025

Esta pasada semana he alcanzado una frontera que no debería pasar desapercibida: según las estadísticas, solo me restan doce años para cumplir los ochenta y lograr así una de las condiciones que parece necesaria para entrar en la lista nacional de Forbes. No debo, pues, perder la esperanza, sino cultivar la paciencia como si se tratara de un fondo de inversión a largo plazo. Lo decía Cela: en nuestro país, el que resiste, gana. Y yo, modestamente, ya llevo resistiendo lo mío.

Mientras que en el resto de las economías avanzadas la mayoría de los millonarios han surgido a partir del año 2000, impulsados por las nuevas tecnologías, en España la riqueza de los más poderosos sigue representando una economía más propia del siglo XX. Proceden de negocios familiares, pequeños y añejos, que con el tiempo se han convertido en auténticas multinacionales. Casi siempre hablamos del ladrillo, la alimentación o la ropa, sectores tan tradicionales como rentables. De ahí que de las cien personas más ricas de España, veintiocho octogenarios –con una media de 84,5 años, los muy majetes– acaparen más de la mitad de la fortuna nacional. Son discretos, alejados de los focos, al modo antiguo, y su ejemplo confirma que saber envejecer es una buena estrategia financiera.

Predecir el futuro de sus patrimonios no exige ser visionario: los herederos ocuparán el trono, ya talludos, marcados por la edad provecta de sus antecesores. Como Carlos de Inglaterra, que estrenó corona con más achaques que entusiasmo, los nuevos ricos heredarán las fortunas con las frentes marchitas.

Por si las moscas, me he propuesto envejecer con estilo, como el buen vino, no sea que un giro inesperado del destino me acerque a la riqueza. Si la alcanzo, quiero disfrutarla sin dolores de espalda ni rodillas lastimeras.

Por eso practico el pilates.

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