El Diario Montañés, 2 de marzo de 2016
Tenemos
cierta propensión a dejarnos llevar por los impulsos. Somos arbitrarios y tomamos
decisiones que, analizadas con sosiego, pueden resultar chocantes. Hemos sido
capaces de construir piscinas deportivas
–pagadas con los presupuestos de la
consejería de Deporte– donde no hay ningún equipo de natación (Colindres,
Ribamontán al Mar, Val de San Vicente...). Y existe un proyecto para situar la
piscina olímpica –que debería ser de alto rendimiento y preparada, por tanto,
para conciliar la natación y los estudios– a veinticinco kilómetros del
principal campus universitario regional. Casi al mismo tiempo se rellenó con
hormigón la mitad de la que teníamos en el complejo deportivo municipal de
Santander, bien próxima a ese campus. En la raíz de estas decisiones –de la
escuela cojonciana más que de la racional– han estado implicados, en mayor o
menor medida, una consejería y un ayuntamiento. Los mismos que ahora se ven
envueltos en una polémica que puede llevarnos a cometer otra incongruencia si
no actuamos con sentido común. Me refiero a la controversia que acaba de surgir
con la ubicación del MUPAC.
Tras
años de interinidad, parecía que el museo iba a tener una sede digna en la capital,
que es donde ha estado siempre, pero un giro político de última hora sembró la
incertidumbre. A río revuelto dicen que hay ganancia de pescadores, y el
ayuntamiento de Torrelavega ha sido el primero en lanzar el anzuelo y reclamarlo
para sí, ofreciendo, incluso, un local para su emplazamiento. Después han
surgido más candidatos, todos igual de respetables.
Personalmente
me alegro, porque así han puesto las pilas a quienes tienen en sus manos parte
de la responsabilidad de la decisión (De la Serna no ha tardado en proponer varios
espacios para que acojan de una vez por todas nuestra magnífica colección de
joyas culturales). Pero, seamos consecuentes: el museo, si se tienen en cuenta
todas sus funciones –entre otras la recuperación de piezas, su catalogación, su
conservación y su estudio científico– y no sólo la expositivo-turística, que
parece ser la única que nos preocupa, tiene que estar en Santander, porque es
en la capital donde se estudian las carreras de Geografía e Historia. No en
vano, se eligieron tales titulaciones, frente a la de Filología Hispánica –la
decisión levantó entonces muchas ampollas–, por la importancia de nuestra
prehistoria regional. Por eso, como en el caso de la piscina olímpica, no
parece muy coherente que ahora lo alejemos de la universidad.
Si tenemos el Banco de ESPAÑA Y EL EDIFICIO Tabacalera para qué vamos a buscar otro sitio y perder el tiempo?
ResponderEliminar