El Diario Montañés, 4 de enero de 2017
No apunta buenas maneras 2017. Nos habíamos acostumbrado tanto a la crisis que
hasta empezábamos a consumir moderadamente. Pero la alegría dura poco en casa
del pobre, y un mazazo, en forma de subida del precio de los carburantes,
amenaza con empobrecernos un poco más. Es como si este ciclo económico negativo
no tuviese fin.
Si
seguimos así los ciudadanos tendremos que ser rescatados por el Estado como ya
lo han sido algunas entidades bancarias, que desde 2008 a 2014 recibieron
90.000 millones de euros en ayudas públicas. De esas ayudas –donaciones más
bien– sólo hemos recuperado el 4,4%, aunque los más optimistas calculan que
llegaremos al 9%. Por eso los bancos, que no quieren padecer la vergüenza de
otro rescate, cobran ahora tantas comisiones, prejubilan a sus trabajadores,
cierran sucursales e intentan convencernos de que lo mejor para nuestros
intereses –que son los suyos– es el autoservicio.
También
las compañías eléctricas preparan subidas de precios. Para maquillarlas, sus
cerebros grises diseñaron en su día unas tarifas tan opacas que a todos
confunden: algunos dicen que en 2016 la electricidad bajó un 11% y otros
mantienen que se incrementó el 28%. Estimo que atinan estos últimos, pero no
puedo probarlo. Sí está comprobado que nuestra compañía de riesgo (lo he
escrito así, no ha sido el corrector) tuvo una avería que dejó sin luz durante
noventa minutos a 30.000 santanderinos en la hora punta del menú de Año Nuevo.
Es la misma empresa que nos tutea en su publicidad con un mandato imperativo: «evoluziona»
nos pide, con zeta (algunos publicistas se creen genios), cuando a lo mejor es
ella la que debería hacérselo mirar.
Horas
antes de ese corte, en los albores del nuevo año, había nacido en Valdecilla
una niña con nombre de diosa. Fue la primera que vio la luz eléctrica de la
madrugada en Cantabria y por ello recibió 2.000 euros de una entidad bancaria.
Desde
su llegada al mundo, como si de un anuncio publicitario se tratase, la fuerza
de la luz y de los bancos le acompañan. Deseo que nunca hielen su corazón.
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