El Diario Montañés, 7 de marzo de 2017
Estamos pasando
una etapa difícil, aunque nos hablen maravillas del actual momento económico.
Sólo hay que preguntarle a cualquier consejero o director general de nuestro
gobierno sobre algún pago pendiente de su consejería, para asistir a
encogimientos de hombros y explicaciones que no van más allá del «hemos hecho
cuanto estaba en nuestras manos; no podemos hacer más». Y lo dicen porque el
tema en cuestión, aunque aprobado ya desde hace meses –con la consiguiente
publicación en el BOC– sigue estancado en Hacienda, madre vigilante que sólo
liberará el dinero cuando lo haya y pueda hacerlo. Porque, aunque las partidas
económicas del gobierno regional se aprueben en el papel, llegando septiembre
alguien puede decidir que hay que retrasar pagos para maquillar el déficit. Y
es entonces cuando se quedan en el limbo, en espera de tiempos mejores.
Ahora, cuando ya
casi han caído tres hojas del nuevo calendario, acaban de aprobarse las cuentas
regionales de 2017. Y con los dineros de este curso se hará frente a esos pagos
no realizados en los últimos meses del anterior, con lo que el nuevo
presupuesto nace sietemesino, sin posibilidades reales de llegar a fin de año.
Siempre sucede lo mismo. La rueda económica que nos lleva gira a un ritmo muy
desigual, en unas ocasiones casi frenada y en otras frenética, sobre todo
cuando las obras y las inversiones previas a cada periodo electoral engrasan
sus rodamientos. Entonces no hay déficit que valga.
En ese sentido,
la nuestra es una economía basada en engaños, una especie de juego irregular,
pero permitido, que nos obligan a jugar a todos, gobierne quien gobierne. Y que
también padecen los consejeros y los directores generales, con encogimiento
crónico de hombros, arqueo de cejas y una disculpa pesarosa por no poder hacer
más de lo que hacen. Y a mí, qué quieren que les diga, me da mucha lástima
sentir su desvalimiento. Por eso permanezco cabizbajo cuando alguno de ellos se
sincera y me comenta en privado todo lo que no puede decir en público. No
soporto su congoja.
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