El Diario Montañés, 14 de abril de 2021
Mucho
me hacen recelar ciertas declaraciones que, de tan rotundas, dan que pensar. Conozco
el caso de directivos que llegan al mundo del libro, desde empresas ajenas a él,
proclamando la importancia del papel en la edición porque su olor, el de la
tinta y el de la cola son irreemplazables (y eso que no han «olido» ni de cerca
una obra literaria).
«Nuestro
personal es nuestro mayor patrimonio», dicen ciertas compañías que luego no
muestran ningún cargo de conciencia cuando expulsan a sus trabajadores.
Vivotecnia,
unos laboratorios de toxicología y seguridad, publica en su página web que sus «procesos
e instalaciones están acreditados de acuerdo a la norma ISO 9001:2008 y cuentan
con la certificación de Buenas Prácticas de Laboratorio». Además, añaden, su «Unidad
de Garantía de Calidad se encarga de asegurar la más alta calidad en la
prestación del servicio. Nuestro animalario cuenta con unidades específicas de
roedores, perros, conejos, minipigs y primates no humanos».
Ahora
han salido a la luz unas imágenes de maltrato animal dentro del «animalario»
que tiene la compañía biotecnológica en Madrid que, confieso, no he podido ver
en su totalidad por crudelísimas. Se demuestra en ellas que el hombre es el más
perverso de los animales, porque nuestra pretendida racionalidad nos hace peores
que a cualquier otro ser irracional. Sabemos hacer sufrir, y lo hacemos con pleno
conocimiento de causa. Con burlas, incluso, en este video. No he podido
soportar las imágenes, repito. Son insufribles. Lo que me ha llevado a pensar
que quienes nos escamotean sangre en las fotografías de las cacerías o sonidos
de sufrimiento en las retransmisiones taurinas nos están haciendo débiles y blanditos.
Quizás por eso Vox ha incluido los valores de la caza en las aulas andaluzas. Para
que vuelva el hombre, que decía un anuncio de colonias.
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