El Diario Montañés, 6 de marzo de 2024. ©El Diario Montañés (Roberto Ruiz)
Los
responsables del Servicio Cántabro de Salud, tras descubrir que 1.700 personas
han fallecido aguardando en lista de espera sanitaria, intentan averiguar ahora
qué tipo de cita tienen pendiente otras 7.000, pues la desconocen. Según datos
recientes, Cantabria tiene «18.050 pacientes en espera, con una demora media de
173 días para las intervenciones quirúrgicas, 90 para las consultas y 110 para
las pruebas». Cifras intolerables.
La
varita mágica que rebaje estos plazos es la misma para todos los dirigentes políticos,
con independencia de su signo ideológico: apostar por las peonadas. Y no actuar,
como denuncia la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad Pública de
Madrid, corrigiendo «la mala gestión de los recursos, el déficit de plantillas…
o los intereses corporativos y económicos de algunos profesionales».
Personalmente
mantengo que las peonadas rebajan la calidad de la atención al paciente, pues el
cirujano está más fatigado si tiene que intervenir mañana y tarde; que los
hospitales privados a los que se desvían ciertas operaciones están peor dotados
técnicamente, con lo que son menores las posibilidades de reaccionar ante una complicación
quirúrgica; que ahondan en el paro y la emigración de los jóvenes médicos… y,
lo que es peor, que su utilización indiscriminada puede engordar el bolsillo de
algunos sin adelgazar las listas de espera. Al menos eficientemente.
Aún
no se contempla, pero no estaría mal que el testamento vital también nos
permitiera elegir cómo y dónde ser intervenidos, para evitar en lo posible el
peligro de toparnos con facultativos agotados. Por cierto, en Cantabria no
conviene descuidarse en lo del testamento, pues la funcionaria encargada de los
trámites está sobrepasada por el trabajo y quienes pretenden hacerlo deben esperar
la cita durante más de un mes.
Lo más
fácil sería ponerle un ayudante, pero es posible que los gestores prefieran que
realice peonadas.
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