martes, 9 de septiembre de 2025

CONTAMINACIÓN TECNOLÓGICA (10 de septiembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 10 de septiembre de 2025

Cada vez que introduzco la basura en su contenedor correspondiente de reciclaje, sospecho que después puede ir a parar a cualquier sitio. Aun así, ciudadano cabal, cumplo con el deber cívico de depositarla en su lugar en busca de un mundo mejor. 

En esas estaba cuando mi hijo –enormemente respetuoso con nuestro planeta– me sugirió que me informara sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el medio ambiente. «No son tan limpias», dijo, y añadió otro jarro de agua fría al incluir en la ecuación a los coches eléctricos, «apenas tienen vida útil para amortizar la contaminación de sus baterías; puedes comprobarlo». Lo hice utilizando la IA y obtuve resultados asombrosos: «El impacto ambiental de las tecnologías digitales está creciendo rápidamente, en especial por el auge de la inteligencia artificial y el uso masivo de plataformas tecnológicas. Google ha emitido 14,3 millones de toneladas de carbono en 2023 (el 48% más desde 2019); Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp) 7,5 millones de toneladas; TikTok más de 50 millones de toneladas al año (supera las emisiones anuales de Grecia); YouTube 11,13 millones de toneladas en 2016 (equivalente a las emisiones anuales de Madrid); Inteligencia Artificial hasta 100 millones de toneladas al año. Las emisiones totales han aumentado un 150% entre 2020 y 2023. Además, los centros de datos consumen enormes cantidades de electricidad, y agua para refrigeración. Los más grandes pueden gastar hasta diecinueve millones de litros diarios».

Confieso que estas cifras me acojonaron y me hicieron pensar en las necesidades del Proyecto Altamira, nuestro futuro macrocentro tecnológico y de datos, anunciado con gran despliegue publicitario como uno de los más grandes de Europa. (También debo admitir que recurriendo a la IA para obtener esta información me he sentido tan culpable como cuando por error meto los residuos en el recipiente equivocado).

martes, 2 de septiembre de 2025

MI GRAN NOCHE (3 de septiembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 3 de septiembre de 2025

Este pasado fin de semana fui orgulloso padrino en la boda de mi hija, y por fin pude superar la incertidumbre que había vivido con anterioridad. Y no es que me preocupara la ceremonia –sencilla, sin cura ni lujos–; me preocupaba que, según la tradición, debía bailar el vals. ¿Bailar yo? Dejé claro desde el primer momento que eso era imposible. Desconozco si nací sin el don de la coordinación, o con el de la vergüenza excesivamente desarrollado, pero lo cierto es que no me veía, ni quise que los demás me vieran, haciendo el ridículo (bastante me costó apuntarme a las clases de pilates hace unos meses porque me iban a «venir bien para la salud»).

Dándole vueltas al caletre se me ocurrió un plan que al final resultó eficaz: como no quería hacer piruetas ni alardes (mucho menos ese día en que decenas de cámaras de los invitados estaban atentas para grabar cualquier desaguisado), acuné a mi hija en el hombro, mientras sonaba la susurrante voz grave de Leonard Cohen cantando ‘Take this Waltz’, lo mismo que hacía para dormirla cuando era pequeña. Aquello me emocionó (y creo que emocionó a los demás) hasta las lágrimas. Pero preferí que estas fuesen de ternura y no producidas por mis movimientos descoordinados durante el baile.

Los asistentes tuvieron la oportunidad de reír después a mandíbula batiente con la actuación en directo de ‘Mamá Ladilla’, la banda musical que formó mi amigo Juan Abarca, quizá obligado al comprobar que la música clásica (él es profesor superior de guitarra) apenas le alcanzaba para malvivir. Fue entonces cuando orientó parte de su saber hacia la composición de las letras irreverentes y gamberras de sus canciones. Ellos, que no son uno sino tres, hicieron que todos olvidaran mi gran noche. Todos, menos yo.