martes, 2 de septiembre de 2025

MI GRAN NOCHE (3 de septiembre de 2025)

 

El Diario Montañés, 3 de septiembre de 2025

Este pasado fin de semana fui orgulloso padrino en la boda de mi hija, y por fin pude superar la incertidumbre que había vivido con anterioridad. Y no es que me preocupara la ceremonia –sencilla, sin cura ni lujos–; me preocupaba que, según la tradición, debía bailar el vals. ¿Bailar yo? Dejé claro desde el primer momento que eso era imposible. Desconozco si nací sin el don de la coordinación, o con el de la vergüenza excesivamente desarrollado, pero lo cierto es que no me veía, ni quise que los demás me vieran, haciendo el ridículo (bastante me costó apuntarme a las clases de pilates hace unos meses porque me iban a «venir bien para la salud»).

Dándole vueltas al caletre se me ocurrió un plan que al final resultó eficaz: como no quería hacer piruetas ni alardes (mucho menos ese día en que decenas de cámaras de los invitados estaban atentas para grabar cualquier desaguisado), acuné a mi hija en el hombro, mientras sonaba la susurrante voz grave de Leonard Cohen cantando ‘Take this Waltz’, lo mismo que hacía para dormirla cuando era pequeña. Aquello me emocionó (y creo que emocionó a los demás) hasta las lágrimas. Pero preferí que estas fuesen de ternura y no producidas por mis movimientos descoordinados durante el baile.

Los asistentes tuvieron la oportunidad de reír después a mandíbula batiente con la actuación en directo de ‘Mamá Ladilla’, la banda musical que formó mi amigo Juan Abarca, quizá obligado al comprobar que la música clásica (él es profesor superior de guitarra) apenas le alcanzaba para malvivir. Fue entonces cuando orientó parte de su saber hacia la composición de las letras irreverentes y gamberras de sus canciones. Ellos, que no son uno sino tres, hicieron que todos olvidaran mi gran noche. Todos, menos yo.



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