El Diario Montañés, 4 de noviembre de 2015
En
este puente no hemos ganado para sustos. Al terremoto de Villacarriedo, que de
tan suave sólo quebró una botella de Martini, le sucedieron otras noticias que
han hecho tambalearse los cimientos de nuestra paciencia.
Nos
desayunábamos recientemente con la información de que el Archivo Lafuente y el
Reina Sofía están planificados en el aire, porque el Estado no ha autorizado la
utilización del edificio del Banco de España como sede de ambos proyectos
(susto mayúsculo para nuestra milla turística-cultural, y alivio para quienes
pensamos que en ese edificio debe tener su espacio definitivo el Museo de
Prehistoria y Arqueología). Luego, sin un respiro, conocíamos que nuestra
región ha perdido desde 2008 más de quince mil empleos industriales, el 30% de
los que había antes de comenzar la crisis, y que nuestros ganaderos no pueden
sobrevivir con lo que reciben por la leche (estado de suma gravedad para la
industria y la ganadería regionales). El lunes, el Alvia, ese tren de tal virulencia
que se planta en cuatro horas y media de Santander a Madrid, volvió a sufrir
una avería en la catenaria y llegó en un tiempo cercano a las ocho horas (nuevo
resquebrajamiento de las comunicaciones). Entre medias, se va a revisar al milímetro
las obras de Valdecilla –el hospital que sigue cerrado tras haber sido
inaugurado en diferido hace siete meses– porque según dicen se han hecho sin
ningún control (enésimo retraso sanitario).
Para
exigir la solución de alguno de estos temas crónicos, Revilla se ha
entrevistado con Rajoy en La Moncloa el Día de los Difuntos. Antes, le ha
entregado las consabidas anchoas y han posado en la escalera para la prensa
gráfica. Desconocemos si Mariano seguirá siendo su interlocutor en el futuro,
porque las próximas elecciones pueden convertirle en un difunto político. De
ser así, Revilla tendría que volver a empezar. Tampoco sabemos cómo habrá
preparado el encuentro, pero sí que la cita tuvo un preámbulo significativo: el
domingo, en la feria de Arredondo, también se retrató en una escalera. Entonces
lo hizo junto a un rebaño de cabras, cabritos y cabrones.
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