El Diario Montañés, 17 de febrero de 2016
Una noticia
reciente de este periódico decía que «la vejez amenaza Cantabria». Con el 20%
de la población superando los 64 años, no hay pirámide que se sostenga sobre el
vértice del paro, la caída de la natalidad y el saldo migratorio negativo,
ahora que el 62,5% de los cántabros creen que deben salir fuera para encontrar un
trabajo digno.
La solución que
le veo al asunto para retener a los jóvenes y animarlos a que contribuyan al
aumento demográfico es que, en vez de apostar por la investigación y la
industria, toda la región se convierta en un gigantesco parque temático donde
se le ofrezcan al visitante, además de las atracciones conocidas por todos,
otras diferentes. Vayan unos pocos ejemplos a vuelapluma. En la ‘smart city’,
los mayores, sentados en sillas y protegidos con cascos de obra, podrían
asistir a los apasionantes trabajos de reparación de los jardines de Pereda
–con el inacabable Centro Botín de fondo– o visitar las urgencias de Valdecilla
–por aquello de las barbas del vecino– y contemplar la resignada espera de los
pacientes, que en algunos casos han superado esta semana de gripe las doce
horas; en Puertochico, los más jóvenes visitarían la infografía de un ‘Street
Food Market’, avanzarían hasta el Sardinero por el carril del Metro-TUS hasta
la turborrotonda de Monte que, a su vez, los pondría al borde de la costa para
llegar hasta El Bocal, donde podrían ver La Vaca XXL, la única regional con
futuro. Fuera de la capital, los de más edad podrían asistir en Meruelo al incomparable
espectáculo de la llegada de la caravana de camiones con basura donostiarra, y en
los Picos de Europa al fascinante reparto de correspondencia con drones.
Mientras, los adolescentes jugarían al ‘paintball’ entre los «cadáveres
inmobiliarios de Cantabria», o harían expediciones por selvas de plumeros
argentinos en busca de nidos de avispa asiática... Las emociones no iban a
faltar. Las posibilidades de nuestra tierra son infinitas.
Los
organizadores del stand de FITUR deberían tomar nota para el año próximo,
porque sólo el turismo puede salvarnos de la crisis y proporcionarnos trabajo y
seguridad.
Con estos mimbres,
¿para qué queremos industria? ¡Que industrialicen otros!
Sí y que visiten las limpias colinas sin molinos de viento.
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