El Diario Montañés, 3 de febrero de 2016
Los
discursos de los expresidentes que no se saben retirar del todo comienzan a
resultar cansinos. Lejos de admitir que su condición de «ex» se ha producido
casi siempre por expulsión democrática, se siguen creyendo en la obligación de
dar consejos a la ciudadanía, aunque ésta no se los pida.
Felipe
González y José María Aznar, desde su cátedra ambulante de conferencias bien
pagadas –y perfectamente compatibles con otros cargos de responsabilidad en
consejos de administración de importantes empresas–, nos recuerdan un día tras
otro lo bien que lo hicieron ellos y lo mal que lo podemos pasar nosotros si no
seguimos sus advertencias y nos dejamos embaucar por cantos de sirena. Como la memoria
es selectiva, ambos han olvidado sus pecados de juventud, cuando el uno se
consideraba, entre otras cosas, republicano y anticapitalista de clase, y el
otro escribía en contra de la Constitución mientras soñaba en catalán. Ahora,
en la madurez sensata, coinciden en hacer frente común ante un posible pacto de
izquierdas, y no les importará llevarse por delante a quien sea en nombre de un
sentido de la responsabilidad que, según su nada humilde entender, sólo ellos
poseen.
Ignacio
Diego, a quien Dios guarde muchos años en la retaguardia, se ha sumado al grupo
de «ex» y se acaba de despachar con una frase digna de figurar en cualquier
antología del terror: «Pone los pelos de punta –ha dicho– que el futuro de
España dependa de un gobierno sostenido por los secesionistas y por una
amalgama de grupos ideológicos de extrema izquierda, sospechosamente
financiados por el régimen de Maduro o la república islamista de Irán. Este
país se puede ir al traste si no le ponemos remedio quienes cuidamos de su
indisoluble unidad territorial y su grandeza económica».
Yo
me he quedado mucho más tranquilo sabiendo que él es uno de los garantes de la
«indisoluble unidad territorial» de España y de «su grandeza económica». Y que
no se dedica, como algunos compañeros suyos de los de pulsera rojigualda, a «hacer
patria» mientras roban o evaden dinero público.
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