El Diario Montañés, 15 de junio de 2016 (fotografía de Ángeles de la Gala)
Lunes 13.
Regreso de la Feria del Libro de Madrid en el Alvia. Salimos de Chamartín a las
siete de la tarde. Tengo más de cuatro horas por delante para escribir este
artículo de los miércoles. A las ocho y media termino el primer boceto,
titulado «Crónica desde la Corte». Lo releo y cambio matices para que tenga una
lectura fluida. (El tren se ha detenido en dos ocasiones por problemas
técnicos). En el escrito hablo de la feria del libro y del repunte de ventas al
que han contribuido sobremanera los autores mediáticos: fauna televisiva,
blogueros y cocineros de fama que firmaron «sus» libros a una pléyade de
seguidores. Sin duda han elevado la economía de la feria, que no su calidad.
Comento también que los consagrados aguantaron el tipo como pudieron,
conformándose con un lento goteo de devotos. Y aludo a un huraño ilustre,
Rafael Sánchez Ferlosio, que firmó, por primera vez, con ochenta y ocho años,
convencido por un librero amigo. Su «lista de espera» nunca fue mayor de
treinta personas: el purgatorio de no estar en el candelero. Por ahí avanza el
artículo hasta llegar a Álvaro de Marichalar. (Son las nueve y cuarto, y el
tren acaba de parar en Valladolid. Antes han variado la proyección de la
película anunciada –‘Cuando éramos jóvenes’– tras tres inicios en bucle, frustrados).
Marichalar viene a colación porque coincidimos con él en las cercanías del hotel Palace, y su
presencia sigue atrayendo la atención de los paseantes. Por eso pretendo rematar el escrito
diciendo que no me sorprendería encontrármelo pronto en
alguna feria, firmando como autor, con larga cola de admiradores. Es un buen
candidato. (Son las diez menos veinte de la noche cuando llegamos a Palencia.
Ramón Villegas se me acerca: «¡Qué coño vas a escribir de la feria de Madrid!
¡Escribe sobre esta vergüenza de tren!». «Si tengo tiempo, hilvanaré ambos
temas», le prometo. «Pues vete hilvanándolos. Tiempo vas a tener de sobra». A
las diez y cuarto nos comunican que llegaremos a Santander con una hora de
retraso, ya en la madrugada del martes 14. Aguja e hilo: lo coso).
Pues a reclamar.
ResponderEliminar