El Diario Montañés, 30 de agosto de 2016
Esta
semana he hablado con Marcelino, un tío adoptado que tengo en Bruselas. Cántabro
de nacimiento, está suscrito a la edición digital de este periódico, desde
donde sigue la actualidad regional. En más de una ocasión me ha sugerido temas
para tratar en mi rincón de incertidumbres. Así sucedió el día que refiero. En
un momento de la conversación me preguntó que cómo era posible que Santander
patrocinara la liga de fútbol, estando el Racing en Segunda B. «No –le dije–,
no es Santander, es el Banco Santander, que ha tomado el testigo del BBVA». «Sabes
que lo sé. Pero, ¿nadie ha alertado sobre la confusión que puede producirse si
se identifica el nombre del banco con el de la ciudad?». «Qué va –le contesté–.
Se considera una buena promoción». «¿Y nadie ha advertido que según qué fines patrocine
puede resultar arriesgado?». «No sé a dónde pretendes llegar». «Es muy
sencillo: los poco informados pueden pensar que la ‘Liga Santander’ la
patrocina la ciudad de Santander. Y a lo mejor no es malo que la identifiquen
con el fútbol. Pero, imagina que financien eventos controvertidos. Entonces,
¿qué haríamos?». «No lo sé. No hay que poner el parche antes de que salga la
herida». «Pues, si quieres herida, escribe en tu buscador ‘Valores Santander’,
y obtendrás resultados que hablan de engaños bancarios y demandas colectivas. Lo
que pretendo es que entiendas que desde el instante en que se prescinde del
sustantivo ‘banco’, la confusión es posible. Se usurpa el nombre de la ciudad
en sentido literal, que no es sino apoderarse de un derecho que legítimamente pertenece
a otro. Además, ¿no sería arrogante, y hasta resultaría inadmisible, que la liga
se llamara, por ejemplo, ‘Liga Barcelona’?». «¿Y quieres que escriba sobre todo
esto en poco más de trescientas palabras? Me parece complicado». «Los artículos
de prensa deben generar controversia. Tú, sintetiza. Y que la gente reflexione.
Y aclara que el tema te lo he propuesto yo, para que tu amigo Menéndez
Llamazares no te considere uno de los de ‘la cáscara amarga’».
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