El Diario Montañés, 8 de enero de 2020
Estamos
viviendo momentos de agresividad política. Parece que todo ha valido en las
sesiones de investidura del Congreso de los Diputados, donde se ha insultado
más que se ha debatido. Las ocurrencias pendencieras se reflejaron luego en los
tuits, el medio que con menos palabras más ofende. La de ahora es política de
gestos obscenos, de gentes sin preparación intelectual que hablan y no paran de
la unidad de España, pero dejan de lado los intereses de los ciudadanos, a quienes
la patria que más importa es la del trabajo de cada día, que en ocasiones no saben
dónde encontrar. Pero hoy nadie quiere tener votantes críticos; prefieren
‘hooligans’ de pensamiento hueco que comenten y aplaudan sus gracias –charanga
y pandereta– en las discusiones de las tabernas.
El
tren de la democracia llevaba buena marcha, pero le están poniendo obstáculos
en las vías. Para colmo, la Iglesia también se revuelve y le echa más leña al
fuego sin importarle que descarrile. El arzobispo de Valencia, pastor de unos
pocos, que no de todos, acaba de pedirle a los ciudadanos que recen de rodillas
por esta España que, según él, pasa por un periodo de «grave emergencia» con el
gobierno anunciado de «socialistas y socialcomunistas». Monseñor Cañizares, ya
se sabe, continúa anclado en el pensamiento preconciliar.
Y,
miren por donde, hablando de trenes me ha llegado desde los entresijos de la
memoria un hecho que ocurrió en 1979. En las elecciones locales el PRC había
pactado con PSOE, PCE y PTE-ORT que el alcalde de Santander fuera el socialista
Jesús Cabezón. En un movimiento de última hora varió su postura y se perdió
aquella vía que ilusionaba a muchos. Hormaechea fue proclamado alcalde de la
ciudad y siguió tan vivo, políticamente hablando, que años más tarde, siendo ya
presidente de Cantabria, se permitió «comprar» a un diputado regionalista. El
partido tardó mucho tiempo en superar aquel error.
Si
con el último cambio inesperado del voto el PRC pierde de nuevo el tren de los
electores, el error, por un tema de edad, quizás no lo pague Revilla. Lo heredarán
sus sucesores.
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