El Diario Montañés, 22 de enero de 2020
Llámese
al pan, pan, al vino, vino, y al pin parental educativo, censura previa, propia
de retrógrados. Cuarenta años de democracia no han logrado que algunos olviden
los otros cuarenta en los que los suyos vivieron mejor porque mantenían a los
demás bajo el yugo negro del lápiz rojo. ‘Nihil obstat’, escribían en los
libros las autoridades eclesiásticas y los censores tras haber expurgado cuanto
juzgaban peligroso. Igual hacían con las películas, alterando doblajes o dando tijeretazos,
porque los pastores, ya se sabe, consideran que sus rebaños de bestias deben
ser guiados con mano dura e ideas puras, que, curiosamente, son siempre sus
propias ideas.
Ese
concepto de rebaño familiar quiere llevar Vox al plano educativo, disfrazado
por expresiones que, tras su aparente rigor e inocencia, esconden un peligro
evidente que ataca la libertad y en el fondo pretenden privatizar los
contenidos, primero, y la educación, después. «A mis hijos no les adoctrinen en
ideología de género contra mi propia voluntad y valores morales, ni tampoco les
impartan una educación afectivo sexual contraria a mis convicciones», dicen
estos antivacunas de la cultura, que estiman que la educación es peligrosa cuando
no sigue sus premisas ideológicas de flores a María, miércoles de ceniza, imperio
hacia Dios y rezos en familia, porque la familia que reza unida permanece
unida. Son conscientes de que se empieza con lo de la igualdad de géneros y luego
se termina asegurando que las arqueas de Asgard, ese misterioso organismo que
han logrado cultivar en laboratorio los científicos japoneses Hiroyuki Imachi y
Masaru Nobu tras sacarlo de los fondos marinos, «pueden explicar el origen de
todas las formas de vida complejas de la Tierra, incluidos los humanos». ¡Faltaría
más!
Cuando
estudiaba Magisterio, una frase de Kahlil Gibran enseñoreaba nuestra filosofía:
«Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas de la Vida.
Vienen a través de vosotros, pero no son vosotros […] Podéis anhelar ser como
ellos, pero no tratéis de hacerlos como sois vosotros, porque la vida no da
marcha atrás ni se detiene en el ayer».
Aunque algunos así lo pretendan.
Y entonces, cual es la solución? Que papa Estado, decida lo que es mejor para los niños? Porque quien mejor, que papa Estado, puede saber que es mejor para los niños de los demás?. (Porque los suyos, van a colegios privados).
ResponderEliminarYo creo que queda muy bonito, mezclar churras con merinas, para llevar "la bola" al propio tejado, pero mas allá de parafernalias, y discursillos, de lo que se trata, es del derecho (y la obligación) de los padres, a disponer de información puntual y fidedigna, de aquellas materias que no sean curriculares, (charlas, charletas, y demás ocurrencias) sin que queden al albur del Director del Centro, o incluso, de determinados personajes que pululan por ellos.
Pero claro, ésto solo es mi opinión. Y si me lo permite, yo se la doy. Gracias.
Saludos.