El Diario Montañés, 18 de marzo de 2020
Es
tiempo de reposo forzado. De mirar a nuestro interior, desconocido para muchos.
Embebidos en el día a día, descuidábamos nuestros asuntos. La rutina nos marcaba
la agenda cotidiana. Éramos como niños. O como viejos. Gobernados por la reiteración
de horarios: de casa al trabajo, del trabajo a casa. Un día tras otro. Y, de
repente, todo se va al traste por un veneno microscópico, que tal es el
significado de la palabra ‘virus’.
«Ahora,
bruscamente, la nave se ha detenido. Esa corriente en la que estábamos
embarcados ha ido a desembocar en un remanso y ya no fluye. Era un torrente
desbocado, constante, alegre durante gran parte del recorrido. Los proyectos,
las ambiciones, la vanidad… eran los motores que propiciaban una buena
travesía. Uno marchaba en volandas hacia no se sabe qué ambición o qué destino.
Puede ser que aún estemos a tiempo de enterarnos». La frase es de Mario Camus.
Confirma que la buena literatura puede traducir casi todo. Pertenece al prólogo
de ‘Apuntes del natural’. Mario se refiere a su vida, al parón que le supuso dejar
de hacer cine tras el rodaje de ‘El prado de las estrellas’. Pero ese torrente
que se detiene, súbito, y nos enfrenta a un remanso no pretendido, es una
metáfora que le viene bien a este tiempo de letargo obligado, que debería
convertirse en un periodo de recogimiento respetado por todos. Porque esos
héroes de la Sanidad, a los que aplaudimos cada tarde, están exponiendo sus
vidas para salvar las nuestras, aun sin los medios necesarios. Sin siquiera
mascarillas. Ídolos hoy, porque luchan en primera línea, pero desatendidos
hasta ayer. Hagámoslo por ellos. Por todos. Quedémonos en casa.
De
esta saldremos reforzados. Pero debemos saber hacia «qué ambición o qué
destino» encaminarnos. Mientras tanto, entremos sin temor en nosotros mismos.
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