El Diario Montañés, 20 de marzo de 2020
Declaraba
Felipe Melo, integrante de la selección brasileña de fútbol, que cuando jugaban
contra Messi se turnaban para pegarle: «teníamos que rotar para cortarle el
ritmo y molestarle». No comienzo así mi artículo por tener mono de fútbol, no;
es que ahora que Casado ha ofrecido su apoyo a las medidas del gobierno para
luchar contra el coronavirus –sin dejar de amenazar, «tiempo habrá de dirimir
responsabilidades», ha dicho–, su gente de segunda línea está saliendo decidida
a ponerle zancadillas a Sánchez, que no es precisamente un Messi de la política.
Y se turnan, uno tras otro, como si quisieran evitarle la tarjeta amarilla a su
jefe de partido. En las redes sociales –púlpito laico desde donde cualquiera
puede pontificar– dicen las mayores barbaridades, cerradas siempre con tres o
cuatro exclamaciones. «Estamos en las peores manos!!! […]. Y, mientras, mueren
nuestros compatriotas!!!», ha escrito uno de ellos.
La
gente, sin embargo, se está tomando en serio las medidas del presidente. Este
domingo, a diferencia del anterior, apenas circulaban coches; quizá por eso un
energúmeno ha estado dando vueltas en la rotonda de mi pueblo (Villanueva de
Villaescusa), a toda velocidad, haciendo ruido y «quemando goma». Luego salió escopetado
en dirección a Obregón. Gente sin cabeza, que se cree valiente por «echarle
cojones» en esas situaciones tan absurdas.
Tal
y como están las cosas, los cojones hay que demostrarlos quedándose en casa.
Ese es el mayor gesto de valor que puede tener en estos tiempos una persona
«civilizada». Y que deberían tener los diputados de marras permaneciendo
callados, porque jugar a destruir sin proponer nada creativo es muy fácil.
Tanto como llenar los textos de exclamaciones, que son, en las frases, como el
ruido que se hace «quemando goma» en las rotondas, o las patadas a Messi en el
campo.
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