El Diario Montañés, 6 de mayo de 2020
Teníamos
ganas de salir y hacer deporte. Sincio, que se dice en Cantabria, una palabra
que transmite ansia. Lo hemos comprobado a las primeras de cambio. Hemos podido
aguantar encerrados de mala manera por la amenaza del Covid-19, que se ha ido
diluyendo con el paso de los días como terrón de azúcar en el agua amarga de la
espera. Decía Stalin que una única muerte es
una tragedia, pero que un millón de muertes es
una estadística, de ahí que cuando estábamos cerca de rozar la estadística
comenzara a pesar en nosotros más el confinamiento que el peligro en sí. Recogía
una emisora que hemos salido a correr despavoridos, como un pelotón ciclista de
clásicas que solo piensa en la prueba de ese día y para nada en la general
final. Como si hoy fuese el día de mañana, porque quizá no haya mañana entre
tanto ayer perdido. Atletas de la vida, nada se interponía entre nosotros. Solo
nos interesaba correr hacia no se sabe dónde, pero correr y reencontrarnos con esa
naturaleza que maltratamos. Algunos echaban en falta los bares, no solo por
tomar algo en la terraza, que también, sino por tener un lugar seguro donde
desaguar tanta emoción acumulada. Pero los bares todavía no lo ven claro,
porque ocuparlos en parte les trae problemas, aunque la gente haga los pedidos
completos. Se entiende. La precariedad no se divide, se multiplica con esa medida.
Es lo que toca. Ir poco a poco, vigilando las cifras a diario para no dar
ningún paso atrás, que es la mejor manera de darlos hacia adelante. Por eso el
pelotón debería frenar su pedaleo loco y pensar un poco más en la general. Esa
clasificación final es la que nos va a colocar a todos en el puesto que nos
corresponde.
De acuerdo, pero no olvidemos, qué a todos los gregarios del pelotón siempre está el jefe de equipo que los motiva y en este caso, tienen dos jefes de equipo que son Pablo Casado y Abascal que como todos sabemos, son los jefes de equipo, y arengana sus pupilos con decisiones que sus corderitos obedecen sin rechistar, consecuencia volveremos al día 1, otra vez a la línea de salida
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