Todo
pasa demasiado deprisa y sin profundidad. Con la insoportable ligereza de una
época que vive las noticias como elemento de consumo. Igual hablamos de la
almendra con la que se atragantó Fernando Simón, que de la coleta que se ha
cortado Pablo Iglesias o de si Revilla llegó o no a fumar el puro. «Todo está
atrapado en esta especie de batallita del cortoplacismo», dice Iñaki Gabilondo,
maestro de la reflexión.
El 15M,
que surgió hace diez años, se trata como algo lejano, similar a la revolución
del 68, que transcurrió en Francia, también en mayo, pero cuarenta y tres años
antes. Las informaciones aparecen y desaparecen según conveniencia, como los
toros, que regresarán a la televisión con el apoyo silencioso del PSOE. Cual
Pilatos, se lavan las manos absteniéndose (vergonzosas las explicaciones del
ministro de cultura: «los toros son compatibles con la ética y el bienestar
animal»).
A ciertas
maneras de este partido, que sigue siendo el suyo, las ataca Joaquín Leguina, una
especie de almendra que ya se le atragantó a Zapatero y se le está atragantando
a Sánchez. Pero, aunque en su reciente carta al presidente diga verdades que
deberían dar que pensar, de toda la historia solo ha quedado el poso de que quizás
votara a Ayuso (algo que desmiente) y que en realidad ya no es socialista. En el
escrito hay afirmaciones tan poco sospechosas de que sea de derechas, que es
mejor esconderlas. Dice Leguina «que mientras que el peso de los salarios en el
PIB no alcanza el 45%, a la hora de pagar el IRPF son las rentas salariales las
que aportan el 90% de la recaudación». Declaraciones que debería hacer suyas
cualquier socialista que se precie. Pero es mejor presentarle como resentido y
cascarrabias.
Forofismo:
O conmigo, o contra mí.
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