El Diario Montañés, 22 de junio de 2022
Dice
la ciencia que la mano es el punto de encuentro entre la mente y el mundo real.
Y añade que gran parte de nuestra inteligencia se ha desarrollado a medida que
adquiríamos habilidades manuales. Es indudable que hay múltiples utilizaciones
de las manos, que todas nos han enriquecido –sobre todo las nobles–, pero una
de ellas, la masturbación –que no es sino ofrecerles a las ensoñaciones
sexuales una respuesta corporal–, ha resultado denostada siempre por la religión
y lo es ahora por una mujer con nombre de virgen, Macarena Olona, que no gusta
utilizar la mano izquierda. La señora en cuestión ha puesto el grito en el
cielo por la supuesta enseñanza de la masturbación en la escuela pública, algo
que no resultó cierto, pero que nos ha hecho hablar del tema durante días, en
estos tiempos políticos en que actuamos a remolque de expresiones que, aun no
siendo auténticas, se convierten en ‘trending topic’ y desvían nuestra atención
de los temas verdaderamente importantes.
Yo tengo
para mí que cuando uno se amanceba en solitario con su propia mano no le hace
daño a nadie, si acaso se arriesga a caer en el peligro que trae consigo la
demasía, pues con ella «lo bueno se hace malo, / la píldora veneno / y vicio la
caricia…». Pero, en todo caso, tal vicio sería menor, y no traumático si la
información llegase, seria y rigurosa, desde la escuela y no desde otros
ámbitos, ni desde la sordidez de las páginas porno que, según dicen, ya invaden
las aulas y afectan a la conducta de los alumnos en Secundaria.
Hoy,
precisamente, me encomiendo a la pericia de unas manos hábiles para que le pongan
freno al ritmo interior de mi corazón, que tiende a encabritarse con estos
pensamientos olónicos.
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