El Diario Montañés, 29 de junio de 2022
«Ten
cuidado, que tiene la pluma muy ácida», le comentó un consejero a Revilla al
verle hablando conmigo. Se refería a mis artículos de los miércoles en este
rincón. Y sí, la verdad, en el balance global predominan los escritos críticos,
aunque procurando no descalificar a nadie en la censura.
Recuerdo
que dimití como presidente del Gremio de Editores de Cantabria en mayo de 2020,
cuando las ayudas a la edición se recortaron el 50% con respecto a las del año
anterior, pese a que días antes me habían asegurado su mantenimiento. Entonces
las editoriales cántabras emitimos un comunicado de protesta en el que pedíamos
que se respetaran unos puntos que, al margen de la cantidad económica,
facilitaran al menos nuestra tarea en el futuro. Al año siguiente –se podrá
discutir si aquella era la cantidad idónea– se recuperó la cifra inicial.
Y ahora
viene la parte más positiva: desde entonces todo ha ido mejorando, porque,
dejando a un lado el desconocimiento que tenemos de quiénes integran el jurado
que valora los proyectos (dicen que es normal, porque nadie quiere que se sepa
su identidad), los pagos se han ido produciendo de manera más ágil, hasta
llegar a este año, que se han adelantado de tal forma que por vez primera tenemos
el dinero, incluso, antes de editar los libros. Como de bien nacidos es ser
agradecidos, le comuniqué a Gema Agudo, en nombre de los editores, nuestra gratitud.
Y ella, que es ecuánime, me dijo que las cosas funcionan no solo cuando los
responsables políticos las llevan adelante, sino cuando los funcionarios las
ejecutan. Y en Acción Cultural tiene la suerte de contar con una persona que dirige
a un equipo que, aunque mermado en número, trabaja sin desmayo. Se llama Rosa, una
flor idónea para nuestro jardín cultural.
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