Hay
noticias que nacen ancladas a la indiferencia y otras que se expanden con
facilidad. Y curiosamente las que circulan con más éxito son las infundadas o
las de mayor simpleza, porque está demostrado que las noticias falsas se propagan
más deprisa que las verdaderas. Esta pasada semana ha corrido como la pólvora
que Suecia había sido el primer país del mundo en registrar el sexo como
deporte y en crear su propia federación. La información estaba en boca de todos,
con desenfado o fingida vergüenza, según la espontaneidad de cada cual. Yo me
frotaba las manos, porque en un país como el nuestro, en el que nos sentimos peritos
en cualquier actividad que se trate, iban a surgir por doquier los expertos en
las dieciséis disciplinas que se deberían desarrollar en esa competición
europea (catorce las puntuaría un juez y en otras dos compartiría su decisión
con la de la audiencia). Esos expertos opinarían, sin duda, sobre cómo iniciar
un masaje y por dónde apuntar los tiros, sobre cuál sería la postura más eficaz
para alcanzar un punto de placer determinado, cuál la mejor técnica para
satisfacer a la pareja oralmente…
Pero
lo de la federación resultó ser una falsedad. La noticia surgió en un periódico
indio, y rápidamente se divulgó por el resto del mundo sin más verificaciones.
De ese embuste mediático salió ganadora la web porno que retransmitirá el ‘reality’,
especializada en este tipo de espectáculos. Y Selva Lapiedra, una actriz porno brasileña,
ahora nacionalizada española, la «nena de ébano», experta en recibir empellones
posteriores, que representará a nuestro país en ese ilusorio campeonato.
Al
enterarme del engaño, sentí la esperanza interrupta y un desinflamiento general.
Aunque superé pronto el revés, porque a estas alturas de mi vida lo que más
aprecio del sexo es la conversación.
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