El Diario Montañés, 19 de diciembre de 2023
Nayara
Malnero, psicóloga especializada en sexología, dice que «con el sexo la gente
hace como con el parchís, que se come una y cuenta veinte». Yo llevo transitando
por el mundo de los libros más de cuarenta años, y creo que algo similar ocurre
cuando se contesta a las encuestas de hábitos lectores: amplificas las lecturas
porque no quieres ser el retrasado del grupo.
En
la película ‘El triángulo de la tristeza’, el actor británico Harris Dickinson
interpreta a un modelo e ‘influencer’, guapo y atolondrado, que solo piensa en
publicar sus fotografías en Instagram. En una escena que transcurre en un yate
lujoso, tumbado en una hamaca, lleva en sus manos el ‘Ulises’ de Joyce,
mientras toma el sol. Lo lleva en sus manos, pero no parece estar interesado en
leerlo; sí, acaso, en colocarlo sobre el pecho antes de quedarse dormido. Sin
duda es una nota sarcástica del director, porque en el mundo de ricos que
satiriza no hay lectores, salvo el capitán del barco, marxista, y un oligarca
ruso, capitalista.
Manuel
Hidalgo escribía en un artículo que en la película ‘Con la muerte en los
talones’ la protagonista seduce con picardía a Gary Grant, mientras cenan en el
vagón restaurante: «La noche va a ser muy larga, y el libro que he empezado a
leer no me está gustando». Añade Hidalgo que cuando se lee, sobre todo en la
cama, el libro puede ser para el sexo una barrera que se cierra o una puerta
que se abre. Sin duda el ‘Ulises’ sería un muro, pero hay otras obras que en
soledad se leen con una sola mano, y en compañía empujan al sexo. Desgraciadamente,
estos tiempos modernos de prisa y levedad actúan como cortafuegos ante actos tan
placenteros.
De
ahí las cifras exageradas de nuestras respuestas.
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