El Diario Montañés, 17 de enero de 2024
«Que
todos los niños reciban un regalo, aunque sea un libro…» le pidió la alcaldesa
de Zaragoza a los Reyes Magos ante miles de personas. Un «aunque» con
connotaciones de mal menor: antes que nada, es mejor recibir un libro. Antonio
Gordo Villarraso refería este pasado fin de semana en un diario digital la
anécdota de una prestigiosa periodista española que, ya «en tiempos de
pre-internet», había sido testigo de cómo uno de sus hijos le decía a su
hermano, viendo lo que le habían traído los reyes: «Jódete, es un libro».
Ambas
circunstancias muestran una tendencia negativa bastante común hacia el libro
como objeto de regalo, algo que, por ejemplo, no sucede con los perfumes, cuyo
bombardeo promocional es agobiante en fechas navideñas o estando próximas las
festividades del día de la madre o el padre.
Por
eso agradezco infinitamente que mi amigo el editor Esteban Ruiz no se haya
apuntado a esa deplorable corriente y pusiera en mis manos una auténtica joya
editorial, ‘Tinta salvaje’, obra primorosa en cada detalle. En ella se recogen
más de 260 imágenes de la naturaleza de Cantabria, sacadas de los cuadernos de
campo de Nacho Zubelzu, un artista que no solo ha sabido captar con sus
pinceles los movimientos de cada animal, sino también la intangibilidad del
aire arremolinándose en torno a un batir de alas o a los desplazamientos rápidos
de una fiera salvaje. Con tinta, barro, café o te, el campurriano ha sabido domar
ese instante para ofrecérnoslo en delicada jaula de papel.
Aunque
se haya abierto un resquicio de envidia en mi interior por una perfección
editorial que para mí quisiera, la obra me ha afianzado en la idea de que un
libro es el mejor regalo. Este, en concreto, lo apreciarán incluso los no
lectores.
Palabra
de editor.
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