El Diario Montañés, 3 de enero de 2024
Años
sesenta del pasado siglo. Recuerdo los ‘pobres’ que pedían dinero en la puerta
de entrada a los campos de fútbol. Desplegaban un periódico, se sentaban y en
algunos casos remangaban su pantalón para mostrar las piernas maltrechas. Huellas
de la guerra, de accidentes o malformaciones naturales. De entonces guardo en
la retina la imagen de Martín, un indigente que dividía su presencia dominguera
entre los campos de fútbol de la Cultural de Guarnizo y del Unión Club de
Astillero que, por convenio federativo, nunca jugaban ‘en casa’ a un tiempo. Las
gentes, al darle unas monedas, solían tomarle el pelo. «Martín, no te las
gastes en vino». «Ni en putas», añadían otros con maldad, «que el otro día te vimos
con una». Martín, sin ningún diente en la boca, primero lo negaba, pero luego,
ante la insistencia de los burlones, balbucía: «Yo no quería. Era ella».
Muchos
años después, los humoristas de ‘Martes y 13’ pusieron de moda una frase
similar, refiriéndose al pecado original de Eva. Como causó furor, la repetían
hasta las lágrimas en sus actuaciones: «No quería, oiga, ella no quería».
Ahora
la alcaldesa de Santa María de Cayón dice que la suspensión por seis meses de
empleo y sueldo a un sargento de la Guardia Civil de El Astillero, que la ayudó
a marcharse del escenario de un accidente de tráfico, «es un tema que le afecta
a él, no a mí». Como Martín, primero, y ‘Martes y 13’, después, parece querer
decir que ella no quería… marcharse. Añade, además, que lo suyo no implicó trato
de favor.
«Son
las cosas de la vida. No tienen como ni por qué», dice una canción. Aunque
quizás sí, porque, si bien desconozco las circunstancias de la alcaldesa, puedo
asegurar que Martín cambiaba de opinión por el dinero.
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