El Diario Montañés, 22 de diciembre de 2015
En
un país como el nuestro donde se hace política con las vísceras, los resultados
de las elecciones del domingo van a obligarnos a cambiar el paso. El
bipartidismo ha sido barrido, pese al paraguas protector de la ley D’Hondt, y
los nuevos tiempos nos obligan a un diálogo que, aunque difícil, puede resultar
apasionante. Hay que hablar, y mucho, para encontrar puntos de encuentro. Toca
poner sobre la mesa unas cuantas cuestiones básicas en las que deberíamos
buscar grandes acuerdos para que no estuvieran sometidas cada cuatro años a los
vaivenes electorales –sanidad, educación, política energética, dependencia,
igualdad, ayuda a los más necesitados, política territorial…–, y a partir de
ahí dar el carpetazo definitivo a una transición política que ya ha durado
demasiados años. Toca, en fin –como dice Iñaki Gabilondo–, «caminar por la
senda del parlamentarismo y abandonar la del presidencialismo». Si no,
estaremos orientados al oscuro panorama de nuevas elecciones.
Estos
resultados han dejado otra evidencia: a los españoles el Senado nos importa un
comino. En un momento de cambios profundos, poco o nada se ha movido en la
llamada Cámara Alta, donde encuentran un retiro dorado los viejos elefantes
políticos. Este será, sin duda, otro de los aspectos que se deberá tener en
cuenta en ese diálogo, aspecto acaso secundario, pero no menor.
Lo
que ha sucedido en nuestra región ha sido un calco del panorama nacional:
política visceral en ciertos casos (la Junta Electoral puede multar a los
populares por «abuso e invasión»
de algunos espacios reservados a otras candidaturas), desaparición del
bipartidismo (con considerables caídas de populares y socialistas e irrupción,
en el mismo orden que en España, de Podemos y Ciudadanos), e indiferencia de
los electores con respecto al Senado (sigue el dominio aplastante de los dos
ex-grandes partidos: tres senadores del PP y uno del PSOE).
Pero
hay un matiz que habrá que tener muy en cuenta para futuras elecciones
autonómicas. Si en Cantabria el bipartidismo es, en realidad, tripartidismo,
¿qué sucederá cuando en el baile electoral participe el PRC?
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