El Diario Montañés, 16 de diciembre de 2015
Anda
la naturaleza confundida con esta primavera que nos está dejando el otoño. En
Cantabria hay prados con margaritas en flor y árboles que muestran brotes
extemporáneos. Todo parece estar cambiando. Los osos hibernan más tarde, y en
Cabárceno permanecen a la vista de los visitantes prácticamente todo el año.
Por eso en París se acaba de firmar un acuerdo histórico que intenta conseguir
que la temperatura media del planeta se quede al final del siglo «muy por
debajo de los dos grados» de incremento, aunque hay lugares donde en el mes de
noviembre ya ha subido un grado y medio en los últimos quince años. De ahí la
confusión que tienen las plantas y los animales.
No
menos desorientados están los políticos, los sociólogos y los economistas. Esta
crisis interminable está rompiendo la frontera económica de las clases
sociales. Con la nueva reforma fiscal, todos aquellos que ganan más de 46.000
euros al año han pasado a ser considerados en nuestra región como clases altas,
no tanto por la cifra en sí, cuanto porque las clases medias se desmoronan –en
un corrimiento paulatino hacia abajo– y dejan un hueco que hay que cubrir de
alguna manera. Conviene tener presente que en Cantabria la población ocupada ha
descendido en trece mil trescientas personas durante los cuatro años de
gobierno del PP, el doble, en porcentaje, que el que se ha perdido en España. Y
eso, por fuerza, se tiene que notar.
Tampoco
muchos ciudadanos tienen decidido su voto a pocos días del
20-D. Quizá desconcertados
porque no saben a qué clase social pertenecen, o acaso embaucados por quienes
les dicen que ya no hay clases, meditan su decisión en silencio y traen a mal
traer a las empresas de opinión. Lo peor de todo es que la fecha que eligió
Rajoy, guiado no sé sabe bien por qué intereses, puede quebrar más de una
sobremesa familiar navideña si, como se prevé, después de las elecciones hay que
acudir a los pactos. Terminado el tiempo de silencio, tras haber hablado en las
urnas, las discusiones navideñas pueden elevar mucho la temperatura y
desembocar en tiempo de destrucción familiar.
Yo,
por si las moscas, en esas fechas tan entrañables de amor fraterno voy a
aplicar en mi casa los acuerdos de París contra el calentamiento y prohibiré
hablar de política.
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