El Diario Montañés, 22 de febrero de 2017
La
educación en nuestro país ha hecho mucho daño a las mujeres. La ideología del
nacionalcatolicismo intentó anularlas como personas. «No es bueno que el hombre
esté solo», dice la Biblia en los primeros pasajes, y a esa idea de compañera
pasiva se retornó muchos años después, en la renovación reaccionaria del
franquismo, cuando la mujer pasó a ser Eva renacida, madre y apoyo, descanso
del guerrero, cuidadora de la prole, señora de... Decía Pilar Primo de Rivera,
muy poco femenina ella pero ideóloga de tal sección, que «las mujeres no
descubren nada, porque les falta el talento creador, reservado por Dios para
inteligencias varoniles: nosotras no podemos hacer más que interpretar, mejor o
peor, lo que los hombres nos dan hecho». No en vano el Creador las había sacado
de una costilla de Adán, parte más bien vulgar y alejada del cerebro.
Ahora,
Rosalía Iglesias (de Bárcenas), Ana Mato (de Sepúlveda), Ana María Tejeiro (de
Torres) y Cristina de Borbón (de Urdangarín), entre otras, se han aplicado el
cuento y han dicho que sus esposos se lo daban todo hecho y que ellas firmaban
donde ellos decían. Y algunos jueces nos quieren hacer creer que se han creído
tal cantinela –pobrecitas, tan sumisas, tan fieles– y han dictado sentencia
eximiéndolas de toda responsabilidad, cosa que a nuestro presidente Revilla le
ha parecido un disparate machista.
Ese
tipo de compañera fiel creía Diego que era Sáez de Buruaga, pues en su
matrimonio político nunca le había engañado. Era su mano derecha, su escudo.
Pero ahora ha decidido dar un paso adelante porque intuye que, con él al
frente, su partido sólo podrá gobernar en Cantabria con mayoría absoluta. Diego,
sorprendido, ha intentado primeramente conseguir la unidad, el consenso, pero
nada ha logrado. Por eso, fiel a su carácter, ha optado luego por el
enfrentamiento. La ruptura parece inevitable, porque a Sáez de Buruaga, por
juventud, casi no le afectó la educación sentimental del franquismo y no aceptará
ser «sumisa al varón» ni va a renunciar a asumir responsabilidades «impropias
de las hembras». Habrá divorcio y dejará muchas heridas. Al tiempo.
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