El Diario Montañés, 23 de febrero de 2022
En
ocasiones los autores te piden que, además de cuidar su obra en aspectos
profesionales de la edición, proporciones consejos literarios. Entonces debes
mostrar seguridad y recomendar que hagan lo que tú nunca has hecho, porque en
cuanto a la escritura creativa eres tan advenedizo como un entrenador que jamás
haya vestido de corto. De todos modos, hay nociones que pueden resolverte el
problema. Decir que elijan el punto de vista adecuado es una de ellas, cuestión
de trascendental para el desarrollo posterior de la historia. La manera de
enfocar el relato permitirá que los personajes alcancen una personalidad satisfactoria
o se conviertan en marionetas. Los protagonistas tampoco pueden ser perfectos ni
los antagonistas modelos de maldad, porque en el ser humano conviven aristas
buenas y vértices sombríos, y es necesario que el autor mantenga tal coherencia
cuando imagina tipos literarios. Si los hace cambiar de opinión para llevar la historia
por donde más le conviene, generará títeres vacíos. Un personaje no debe decir una
cosa y la contraria, ni abrazarse al enemigo para justificar un final feliz. Tal
solución le haría recelar al lector y demostraría impericia por parte del
escritor.
En
ese sentido, si fuese un escritor el que está desarrollando estos días el guion
de la política nacional, le sugeriría que huyera de personajes tan planos, porque
no parece verosímil el fratricidio que mantienen para llegar al poder, con
ataques, marchas atrás y manifestaciones de repulsa contra sí mismos, y le
aconsejaría –si desea seguir por ese sendero– profundizar en los efectos
secundarios que puede acarrearle tal batalla a la salud democrática, si al
final favorece a figurantes de partidos dudosos de respetarla.
Si
no fuese asunto tan preocupante, le propondría reescribir la historia desde el principio
para orientar el punto de vista hacia el humor político.
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