El Diario Montañés, 23 de marzo de 2022
Esta
semana recapacito sobre ciertos eslóganes, animado por el texto que leí en un
contenedor verde: «¡Gracias por reciclar vidrio! Acabas de reducir el gasto en
energía eléctrica». No mostraba la síntesis de la publicidad originaria,
«Reciclar es vivir», pero transmitía buenas vibraciones en tiempos de precios
revueltos. Precisamente el carácter sintético es rasgo que destaca la RAE cuando
define eslogan: «fórmula breve y original utilizada para publicidad, propaganda
política, etc.». (En ese etcétera cabe la poesía, no en vano en esta época solemos
recitar a Antonio Machado: «La primavera ha venido, / nadie sabe cómo ha sido»).
Me contaba
Mario Camus que en sus tiempos madrileños las empresas publicitarias requerían
la presencia de estudiantes de la Escuela de Cine (todos fueron después grandes
guionistas y directores) para que pensaran frases que les pudieran servir como máxima
promocional. «Nos pagaban por imaginar, por lanzar ideas. En una de aquellas
sesiones José Luis Borau dejó una creación que hizo fortuna: ‘Solares, solo
sabe a agua’».
Manuel
Fraga también era gran aficionado a los eslóganes. No había estudiado cine, pero
se las ingenió para promover sentencias que aún nos rondan por la cabeza a quienes
ya tenemos cierta edad. Edulcoró la dictadura con los «25 años de paz», e
inventó desde Turismo su «Spain is different!», con el propósito de revertir la
mala fama de nuestro país en Europa. Después llegó el cambio democrático, y Alfonso
Guerra prometió que con los socialistas en el poder «A España no la iba a
conocer ni la madre que la parió». Tenía razón. Ahora, con la democracia plena,
se puede vivir incluso en «La república de tu casa», dentro de un estado monárquico,
con el rey emérito alejado por sus circunstancias.
«Te
morirás por conocernos», podría haber dicho Fraga. Pero lo dicen las empresas
funerarias.
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