Cuando
los proyectos no resultan como se esperaba –o existe la posibilidad de que empeoren–,
hay quien siente la necesidad de buscar nuevos espacios. Macarena Olona, desde
la derecha extrema, se muestra decidida a dar «un paso al frente» si los
resultados de las próximas elecciones dejan a su partido sin posibilidades de
ser alternativa. Para ello pretende crear una nueva propuesta política «por el
bien de los españoles» –eso de sacrificarse por los demás queda siempre muy bien
en determinadas decisiones personales–. Por el otro extremo, Yolanda Díaz está
poniendo en marcha ‘Sumar’, con la difícil pretensión de no restarle votos a la
ideología de la izquierda. Aunque se pueda pensar que en su fuero interno ninguna
de las dos pretende buscarse acomodo, los bamboleos de Toni Cantó sobrevuelan sus
decisiones.
Tan
inestable como el de los políticos es el territorio de los que «conviven en las
exclusivas», ese lugar satinado para parejas mediáticas. Risto Mejide y Laura
Escanes han puesto fin a siete años de compromiso, aunque los mensajes de
cariño que intercambian llevan a preguntarse por qué se separan cuando tanto se
quieren. Tamara Falcó e Íñigo Onieva han hecho lo propio, sin apenas haber
comenzado la convivencia. Se han devuelto los anillos porque a él le pillaron
en el lugar inadecuado, dándose un morreo con otra mujer, pronto famosa en las
exclusivas rosas.
Estos
divorcios divulgados en papel me desconciertan tanto como los de los políticos.
Debo de ser un inmovilista de libro. Cuando algunos se replantean el futuro, yo
cuestiono su coherencia.
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