Dicen
quienes saben, que la población se consolida cuando en los pueblos se mantienen
los servicios básicos: escuelas, centros de salud, comercios, entidades
bancarias…, pero nadie había pensado hasta ahora en la necesidad de la tauromaquia.
Desde la consejería de Presidencia del Gobierno de Cantabria se ha destinado
una partida económica con la estrambótica idea de que las localidades en riesgo
de despoblación se den a conocer celebrando espectáculos taurinos. Ole, ole y
ole.
Este
gobierno, que aunque lo parezca ya no es un recién llegado, sigue dando palos
de ciego, como si la tarea de gobernar le hubiese pillado a contrapié. Mucho se
ha hablado del consejero de Sanidad y su declaración del copago, de las becas
de bachillerato para centros concertados, de la subida de sueldo del 20% para
la presidenta y sus consejeros… En todos los casos los responsables de cada
medida adelantaron la intención, pero luego se retractaron. Es otra versión de
lo que significa «cuchara y paso atrás» –servirnos una cucharada y dejar el lugar
al siguiente, dando un paso atrás para poder compartir–, porque en tales
situaciones el gobierno parecía querer meter la cuchara para un reparto alejado
de lo equitativo. Gobernar desgasta, pero el desgaste está siendo demasiado
rápido.
Me
comentan que la plaza de médico titular de Liaño de Villaescusa le ha sido
asignada al exconsejero de Sanidad del anterior gobierno socialista, pero no ha
tomado posesión de ella porque se encuentra en lo que sanitariamente llaman «reciclaje»
(nada que ver con deshacerse de los residuos sanitarios). Parece lógico, porque
cambiar de actividad conlleva transformación mental, y el desgaste que produce cualquier
consejería es tan extraordinario que aísla de otras cuestiones más ordinarias,
como por ejemplo ejercer de médico rural.
Con
semejantes medidas, es posible que en Liaño haya pronto corridas.
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