El Diario Montañés, 30 de noviembre de 2016
Desde
que Gema Igual es alcaldesa de Santander, nada parece lo mismo. Una cartera
ministerial alejó de nuestro particular corral político a Iñigo de la Serna, y
ahora, con ella en la alcaldía, el presidente Revilla se encuentra más
dispuesto al diálogo. Puede que sea porque está acostumbrado a tratar con
mujeres –primero con Lola y luego con Rosa Eva– las diferencias que surgen
entre los socios del gobierno cada vez que toca repartir dinero a las
consejerías. Lo cierto es que en su encuentro con Gema todo han sido
facilidades, y le ha llegado a decir que lo de los espigones de la Magdalena es
para hablarlo con tranquilidad y que el gobierno paralizará el recurso de la
Audiencia Nacional. Bienvenida sea esta nueva etapa de entendimiento. Y que
dure, porque con Íñigo comenzó un idilio que se rompió demasiado pronto, aunque
es probable que, por el bien de algunos proyectos que son crónicos en nuestra
región, lo reverdezcan en su próxima cita del 3 de diciembre.
«Si
las mujeres mandasen, en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los
pueblos y las naciones», cantan en la zarzuela ‘Gigantes y cabezudos’, acaso
porque cuando se escribió no habían nacido Margaret Thatcher ni Esperanza
Aguirre. Chanzas aparte, lo cierto es que el presidente parece entenderse mejor
en la oposición con las féminas que con sus adversarios varones. Algo que
debería tener en cuenta para dejarles paso en su propio partido, que, si bien
ha superado tiempos de candidaturas vergonzosas –como la que formó ‘El Macho’
en Selaya, encabezada por él y compuesta sólo por mujeres para hacer una bufonada
de muy mal gusto–, todavía camina por territorios marcadamente masculinos.
El
día en que haya una mujer en la terna de candidatos para sustituir a Revilla,
el PRC alcanzará la mayoría de edad. Y, si como parece, ese futuro se aleja
porque el PP presenta a Íñigo de cabeza de lista en las elecciones autonómicas
y él se ve obligado a seguir, tienen tiempo suficiente para ir promocionando
sin apremios alguna figura femenina. Que haberlas, haylas.
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