El Diario Montañés, 2 de junio de 2021
Andamos
preocupados con la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca. Algunos
responsables políticos, ajenos al sentido común de la ciencia, intentan
convencernos de que en esta segunda fase puede tener las complicaciones que negaron
en la primera. Y que lo mejor que se puede hacer para evitarlas es combinar vacunas
diferentes, porque tras haber probado con unos cientos de personas –poco
científico, por cierto– han llegado a la conclusión de que no solo no pasa
nada, sino que es muy conveniente.
Vaya
por delante mi ignorancia total sobre estos temas médicos, y de ahí, posiblemente,
mi desconfianza. Pero quiero hacer constar dos cuestiones: la primera –algo que
ya sabemos la mayoría–, es que no hay suficientes dosis de esa marca; la
segunda –asunto que acaso desconozcamos–, que la vacuna ahora discutida es la
más barata del mercado (según la web de ‘Redacción Médica’ los precios de cada
dosis son de 3 euros para AstraZeneca, 8 euros para Johnson&Johnson, 17
euros para Pfizer o 31 euros para Moderna). Precisamente, por vaya usted a
saber qué razón, las dos marcas más baratas son las controvertidas.
AstraZeneca,
que como las uvas de la zorra parece inalcanzable, está recibiendo toda serie
de ataques indirectos, no siendo el menor el hecho de que quienes quieran
repetir con ella tengan que firmar un «consentimiento informado», algo que
parecería coherente que hicieran los que decidan cambiar de farmacéutica. Como
se puede comprobar, hay gobiernos europeos –no solo es el nuestro– dispuestos a
demonizarla con tal de disimular la realidad.
Cuando
la zorra comprobó que le era imposible alcanzar las uvas, se dijo que no
estaban maduras. Pero en ninguna de las múltiples versiones de la fábula consta
que hablara mal de la parra ni que tuviera que firmar certificado alguno por
haberlas pretendido conseguir.
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