El Diario Montañés, 22 de marzo de 2023
Los japoneses están preocupados por los actos vandálicos que sufren últimamente los restaurantes que sirven sushi en cintas. Según parece, algunos indeseables andan realizando acciones repugnantes en los recipientes antes de que lleguen a los demás comensales: chupan los cubiertos, lamen la boca de las botellas, retornan a las bandejas alimentos previamente masticados... Por eso quienes esperan turno para recoger su pedido andan moscas, y los establecimientos temen perder ganancias. Los llaman «terroristas del sushi».
Hace
41 años, cuando llegó Pryca a Peñacastillo, jóvenes de muy mala leche pululaban
por allí, además de tomando tentempiés por el morro, taladrando con un alfiler,
de un lado a otro, orificios imperceptibles en las cajas de preservativos. Los
índices de natalidad ya eran preocupantes, pero al hacerlo no pensaban en
fomentar la reproducción, sino en practicar otra forma aleatoria de jodienda.
Ambos son ejemplos de bromas bárbaras, como las de Gila: «si no sabes aguantar
una broma, márchate del pueblo».
Hay
otras actitudes sofisticadas que, más que bromas, semejan burlas. Porque,
aunque sea lo legal, resulta grotesco que la familia del funcionario de Obras
Públicas siga disponiendo de 3.500 euros mensuales para gastos y manutención; algo
que todavía sería más sangrante si el imputado continuase cobrando durante más
tiempo de la Administración.
Acaso
sin pretenderlo, el ministro Escrivá no se quedó atrás en la burla cuando
declaró esta semana que en España no será necesario retrasar la edad de
jubilación, porque nuestra situación es distinta a la de Francia. Y se quedó
tan pichi, obviando que ya nos jubilamos varios años más tarde que los gabachos.
Aunque la edad media del retiro la elevarán algunos salvapatrias que, ganando
lo que ganan y trabajando lo que trabajan, no querrán jubilarse porque no
podrían afrontar su alto tren de vida.
Y con eso, pocas bromas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario