martes, 2 de julio de 2024

LIBREROS Y EDITORES (3 de julio de 2024)

 

El Diario Montañés, 3 de julio de 2024

Llevar muchos años en el negocio del libro –veinte como comercial y otros veinte como editor– me permite adquirir una perspectiva amplia para comprender algunos problemas del sector. Durante ese periodo, la concepción del mundo, en general, y de los negocios, en particular, ha cambiado tanto que es difícil de asimilar.

En la reconversión industrial de los ochenta, algunos desahuciados por sus empresas abrían librerías aprovechando la indemnización del despido. Imaginaban en ellas un negocio próspero, pero la crisis estaba ahí, aunque no quisiéramos verla, y fue llevándose por delante escaparates que ofrecían productos poco atractivos para un público que comenzaba a dar la espalda al libro.

Se extinguieron muchas en Cantabria. Les sucedía lo mismo que le había ocurrido al pequeño comercio, engullido por las grandes superficies. En esa caverna moderna (según Saramago), la sociedad no sentía ninguna necesidad de cercanía, ni en la calle ni en el trato comercial. Y la red de Internet –monstruo comercial por excelencia– crecía fagocitando los cierres que ella misma propiciaba.

En lo que respecta al libro, los tentáculos de ese monstruo son tan poderosos que, a modo de ejemplo, Amazon vende libros de Valnera sin que se los faciliten sus distribuidores ni la propia editorial. Y su dominio es tan grande que en 2021 causó la falta internacional de cartón, ocasionando que algunos editores no pudiesen publicar libros en tapa dura.

Apoyo, de principio a fin, las palabras que Luis Lisaso, presidente de Librerías Asociadas de Cantabria, expresó en este periódico el pasado domingo. Con un añadido importante: en esta batalla tenemos la necesidad de unirnos entre pequeños. Nuestros libros deben estar bien representados en las librerías de cercanía que él defiende, porque, si bien las editoriales modestas no somos apenas nada sin ellas, no es menos cierto que ellas, sin nosotros, pierden buena parte de su sentido de proximidad.

Ese espíritu de colaboración tenemos que mostrarlo ya en la próxima feria del libro de Santander. Su celebración no debería traer enfrentamientos ni gravámenes especiales. Máxime cuando está financiada con dinero público. 

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