jueves, 27 de octubre de 2022

ÉXODO PROFESIONAL (27 de octubre de 2022)

 

El Diario Montañés, 27 de octubre de 2022

Unos dieciocho mil médicos han marchado de España en estos diez últimos años, buscando mejores sueldos y un futuro laboral garantizado. Y lo están haciendo en un momento en que los profesionales se jubilan masivamente, porque alcanza la edad del retiro la generación que llegó a la Universidad más abierta: la llamada de los ‘baby boomers’, los nacidos entre 1957 y 1977.

Sumando los estudios de la carrera, la preparación del MIR y el desarrollo de la especialidad en los hospitales, los hemos preparado durante doce años, y ahora, como si fuesen canteranos repudiados por el club que los formó, buscan su futuro lejos de nosotros (si esto se tratase de fútbol, sospecho que se levantarían más voces). Quedaron en nada aquella lucha no lejana contra el enemigo desconocido, que se los llevaba por delante a ellos mismos, y el agradecimiento en forma de aplausos a las ocho de la tarde. Prevalece el olvido. Han vuelto las críticas y el desprecio: «¡Nunca se ponen al teléfono! ¡Te atienden como si tuvieran prisa!». Y no vemos más allá. No queremos reconocer que los pacientes son más numerosos que nunca, y ellos nunca han sido menos que ahora.

Y no pretendo decir que, como en la viña del Señor, no haya de todo en la profesión (hace un par de meses me sacaron de la antesala del quirófano porque en ese momento comprobaron que no coincidían los diagnósticos de dos afamados cardiólogos… y aquí sigo). Pero debemos cuidar mucho de lo público, algo que nos hemos dado entre todos y que los responsables políticos deberían tratar con cariño económico y perspectiva de futuro.

Si a la Sanidad y sus profesionales solo los gestionamos con criterios empresariales, seguirá esta sangría y nos irá muy mal. Algunas residencias de mayores son un claro ejemplo.

 

martes, 18 de octubre de 2022

PAGAR SIN CONSUMIR (19 de octubre de 2022)

 

El Diario Montañés, 19 de octubre de 2022

José Solana no habría podido pintar ‘La tertulia del Café de Pombo’ si otro Solana (Óscar) hubiera regentado el establecimiento. No está la situación ahora para perder el tiempo como se perdía entonces en charlas interminables, ni para permitir que decenas de personas, sin apenas efectuar consumición, rodearan las mesas para nutrirse de aquellas ideas que trataban de todo y concluían en nada. A Solana (Óscar) algunos medios informativos lo han nombrado Solano, como al viento, quizás porque con su decisión de cobrar 1,50 euros a quienes no hacen gasto pretende que corra el aire para desalojar gorrones. Con la medida quiere educar al no cliente, ese que ocupa una silla sin aportar beneficio económico, convencido de que en nuestro país se aprende a base de sanciones.

Cada cual es libre de poner las reglas en sus negocios, respetando las normas del juego. Conociéndolas, deberán ser los parroquianos quienes decidan entrar o no. En eso radica la libertad.

Doña Rosa, el antipático personaje de ‘La colmena’ que no quería perder la perspectiva, denigraba a cuantos estaban en su entorno, fuesen empleados o clientes. Tampoco algunos hosteleros deberían perderla (la perspectiva) y tendrían que denunciar a esos compañeros de profesión que denigran a sus trabajadores, como evidencian los inspectores de trabajo cuando hablan del excesivo «fraude en hostelería», donde escasean los derechos y sobran los deberes. Hay gorrones en ambos lados de la balanza.

«Salta la liebre» llamaban Mario Camus y sus compañeros adolescentes a los locales del paseo de Pereda donde dormitaban tras los cristales, al calor beatífico de los rayos de sol, el periódico sobre la panza, los señores que daban en no pensar en nada, porque donde menos se piensa… Hoy lo tendrían difícil. Y es una lástima, porque, aunque no consumieran, formaban parte de nuestro paisaje sentimental.

miércoles, 12 de octubre de 2022

OLOR A PODRIDO (12 de octubre de 2022)

 

El Diario Montañés, 12 de octubre de 2022. Fotografía ©El Diario Montañés

Cuando me enteré de que Pablo Iglesias había suspendido un examen para ser profesor de la Facultad de Periodismo de la Complutense, quedé perplejo. Y decidí investigar, porque la información generaba dudas, ya que añadía que había «quedado quinto en una terna de siete». Estos conceptos numéricos, propios de Groucho Marx, confundían bastante pues significaban tanto como decir que no había traspasado el umbral de la docencia porque la puerta estaba herméticamente abierta. Entonces descubrí la realidad: el exvicepresidente no había alcanzado la puntuación necesaria en unas evaluaciones que se aplicaban sobre un baremo que medía varios merecimientos, pero no había suspendido ningún examen.

La comunicación rápida, cuando además es interesada, puede tener estos riesgos.

No de manera rápida, pero sí constante, están apareciendo opiniones sobre el presunto daño que causó el agua en los libros de la Biblioteca de don Marcelino. Ante esa gota china, que tortura inclemente a los antiguos responsables, debo decir que estuve presente en ella dos días después del incendio del MAS, en noviembre de 2017. Y que casi un año más tarde, en agosto de 2018, fui convocado, junto con un reducido grupo de personas, para conocer la situación real de la misma y el estado de sus fondos. Visitamos pausadamente las instalaciones; recibimos detallado inventario de libros, obras de arte, mesas, estanterías, sillas y objetos personales del sabio; examinamos su despacho; vimos decenas de fotografías de los volúmenes en cada estante; comprobamos lo que atesoraba la caja fuerte... Y firmamos un documento en el que dábamos fe de la situación real de cuanto se iba a trasladar para su cuidado y restauración.

Mantengo ahora lo que certifiqué entonces: no detectamos nada de lo que se denuncia, ni por la vista ni por el olfato. Y eso que el olor a moho es inconfundible.

martes, 4 de octubre de 2022

SONRISA SIN DOBLEZ (5 de octubre de 2022)


 El Diario Montañés, 5 de octubre de 2022

Un estudio del psicólogo estadounidense Carney Landis revela que la sonrisa es un reflejo de respuesta tanto a experiencias agradables como desagradables. De las diecinueve tipologías que describió en 1924, solamente seis indicaban una manifestación positiva ante la felicidad o el placer; el resto respondía a incomodidad, vergüenza, dolor, horror o tristeza. Es decir, que la sonrisa sirve también para enmascarar sentimientos negativos. (Cabría añadir en estos tiempos otros tipos de sonrisas artificiales que, sin duda, no estaban aún presentes en el año de su estudio, pero que han adquirido importancia posterior: valgan como ejemplo la «sonrisa Berlusconi», propia de una cirugía de estiramiento, o la estremecedora risa maquillada del Joker, que tampoco conocía entonces el profesor americano, puesto que apareció dibujada por primera vez en un cómic de 1940).

Bien mostrando una sonrisa labial alta, media o baja –según la clasificación que establecen los propios psicólogos–, pululan por el entorno político campeones de la sonrisa impostada, personas que exhiben su imagen riente como si estuvieran pidiendo nuestro voto a todas horas desde un cartel publicitario. Esos individuos también suelen utilizar el escudo de la sonrisa para ocultar la rabia cuando algún adversario político les está dando varapalos dialécticos y no les queda más salida que «sostenella y no enmendalla». Entonces, una risita de circunstancias aparece en su rostro, y el observador se pregunta qué sentimiento real se esconde tras ese gesto de cinismo. Son muecas que apenas logran disfrazar el rencor y se dibujan en su cara sin la pintura del Joker pero con igual artificio.

Ante la dudosa verdad que pueden transmitir las sonrisas, si me dan a elegir –aunque en el lote figure la muy célebre de Mona Lisa– escogería una sonrisa vertical. Cuando se exhibe entreabierta, me fascina la frescura de su encanto sin doblez.