martes, 31 de mayo de 2022

CRÓNICA DESDE MADRID (1 de junio de 2022)

 


El Diario Montañés, 1 de junio de 2022

La cita con el libro ha recuperado el aspecto anterior a la pandemia. Algunas mascarillas permanecen en los rostros por prevención (este hábito ha llegado para quedarse), pero la gente transita por El Retiro sin las limitaciones del año pasado. No hay número establecido de acceso, y eso se nota. Los youtubers y otras gentes de la farándula literaria siguen firmando incansables y haciéndose fotos con sus fans, algo que para ellos, ahora que todos hemos sucumbido a la inmediatez de la imagen en las redes, es de vital importancia. Los organizadores, conscientes de «los trombos circulatorios» que su presencia podría ocasionar en el espacio interior, han situado cuatro casetas de firmas en lugares estratégicos para que los seguidores puedan permanecer en largas colas en la sombra de los jardines, pero fuera del circuito de la Feria. «¿Firma aquí Revilla?», nos preguntan algunos cuando pasan frente a la caseta del Gremio de Editores de Cantabria. Nuestra negativa les sorprende, hasta que explicamos que los compromisos del presidente están vinculados a otra editorial, ajena a las nuestras. Quien sí nos visita es José María Pérez, “Peridis”, imagen de bondad que lleva sobre los hombros el románico hispano y rumia en su cabeza el final de una novela sobre el Beato de Liébana que está rematando estos días. Las celebraciones por el triunfo del Real Madrid, en la zona centro en donde vive, no le han dejado pegar ojo. «Las bombas sonaban como si estuviésemos en guerra. Soy del Madrid y me alegran sus triunfos, pero luego viene lo peor». Madrid, en efecto, ha sido una fiesta. Algún avispado escribirá pronto un libro de autoayuda y superación poniendo como ejemplo «el milagro blanco», porque también de este tipo de obras se alimenta el sector. Hay ingenuos que creen que todo es imitable. 

jueves, 26 de mayo de 2022

MBAPPÉ Y EL EMÉRITO (25 de mayo de 2022)


 El Diario Montañés, 25 de mayo de 2022

La tarde pesa. La muerte se ha llevado una persona cercana, aún demasiado joven. Me decía mi sobrina Nuria –una médico acostumbrada a esas circunstancias– que, aunque en lo que respecta a la vida y la muerte no conviene hablar de justicia, es muy injusto lo que habitualmente sucede. Las bombas caen cada vez más próximas, según vas cumpliendo años, y la vida se llena de ausencias. Es una certeza de la que eres consciente cuando en la mesita de noche comienza a haber pastillas para regular un cuerpo que amenaza con deshilacharse en cualquier momento. Tiempo de hilvanes para mantener atadas las costuras de la supervivencia.

Pero la vida sigue. Siempre ha sido así. Además, hay situaciones que nos animan, y cómicos, pícaros o castizos, dispuestos a divertirnos. Por ejemplo, el fanático Roncero, al que algunos consideran periodista, con sus baladros tras el fallido fichaje de Kylian Mbappé por el Madrid. O los voceros de la derecha anacrónica, que se han sentido obligados a ponerle «sordina a los desvaríos, escándalos y amoríos» del emérito a su llegada a España. Mbappé y el Borbón, con los bolsillos llenos, se han reído de quienes fijaban en ellos sus afanes. Uno de manera más legal que el otro, dicho sea, pero con una ética que no ha respetado cuestiones estéticas.

Bienaventurados ambos, porque hablando de ellos nos alejamos de noticias como las de la viruela del mono, las mutaciones del bicho, la guerra de Ucrania…, incluso atenuamos el dolor de las muertes cercanas. Solo por eso, si hay un reino de fulleros, merecen situarse a la derecha del trono. Y es muy probable que, en ese hipotético territorio, aunque la muerte nos iguale a todos, aficionados, súbditos y gentes de baja ralea sigamos ocupando un nivel inferior. Criticando, sí, pero desde abajo.

martes, 17 de mayo de 2022

EUROVISIÓN (18 de mayo de 2022)

 

El Diario Montañés, 18 de mayo de 2022

Solo tenía diez años, pero recuerdo como si fuera hoy la tarde en que fuimos en familia a ver el Festival de Eurovisión. Fue el 6 de abril de 1968. En Castanedo, un barrio del pueblo, el bar había anunciado la posibilidad de poder hacerlo en su interior. Habían acondicionado en el comedor una suerte de Teleclub, con las sillas colocadas en filas para que, tras un pago de una peseta por persona –consumiciones aparte–, las ocupáramos por riguroso orden de reserva. Además, en el tabique que separaba ese espacio de la barra del bar, habían realizado un hueco para que unos cuantos parroquianos más pudieran alcanzar a ver la televisión en pie. El lleno fue total.

De aquella noche puedo evocar la pasión con que se siguieron las actuaciones, las explicaciones de por qué unos países nos votaban o no –los mayores apuntaban razones políticas–, los abrazos cuando Massiel fue proclamada ganadora –comparables a los que se produjeron años antes con el gol de Marcelino en el campeonato de Europa de fútbol–, la satisfacción de los comentarios, camino a casa de madrugada por la mies de la Serna, a la luz de la luna, con la certeza de haber conseguido algo grande. Nos sentíamos felices a nuestra manera, con esas pequeñas cosas enaltecedoras de nuestro sentimiento patrio, ajenos a las desigualdades que manteníamos con Europa (ellos ya emitían algunos programas en color, cuando aquí los aparatos televisivos eran patrimonio de unos pocos).

En marzo de 1969, apenas un año después, España ganó de nuevo el Festival. Y volvimos a ser testigos, con idéntica pasión, en el mismo lugar. El 20 de julio de ese año el hombre pisó la luna. Aquella gesta histórica –quizá por el horario– no mereció la atención del bar. Ni la nuestra.

martes, 10 de mayo de 2022

EL MARKETING DE LO VACÍO (11 de abril de 2022)

 


El Diario Montañés, 11 de abril de 2022. Imagen ©El Diario Montañés

El ser humano tiene infinita capacidad de olvido en esta época de comunicación global en que unas noticias arrinconan a otras. Hace apenas dos años aplaudíamos a los sanitarios por su lucha contra un virus desconocido y mortal. Sin armas específicas, solo con un valor que no había que suponer porque lo demostraban sobradamente, iniciaban cada jornada dentro un mundo hostil que sembraba desesperación y muerte a su alrededor. Desde fuera, los ayudábamos haciendo cobertores con bolsas de basura, y mascarillas con cualquier material. Todo servía, creíamos, para intentar plantarle cara a un enemigo atroz, en medio de una precariedad preocupante. Entonces descubrimos las carencias de nuestra sanidad. Y como surgió la solidaridad, surgieron los buitres, empeñados en hacer negocio con los muertos, el hábitat donde mejor se desenvuelven. Trajeron mascarillas, de escasa garantía, un 1.700 % más caras que en diciembre del 2019; guantes de andar por casa; protectores de pacotilla… Todo servía para inflar los bolsillos de unos pocos pícaros en esencia, que armaron con precariedad a un ejército ya de por sí muy inferior a su enemigo.

Han sido más de dos años de una lucha que no ha terminado, aunque algunos lo piensen. Y pese a que no haya muerto el perro –la rabia continúa–, ya tarareamos, como Julio Iglesias, que la vida sigue igual. Por eso vuelven las agresiones a los profesionales de la sanidad, el abandono que sienten algunos hospitales comarcales, y lo que es peor, la irresponsable –aunque rentable políticamente hablando– petición de rebajar los impuestos. ¿Cómo alguien con dos dedos de frente puede pensar en mantener la sanidad, la educación, las pensiones, las prestaciones sociales… con tales rebajas?

Necesitamos una explicación numérica precisa, porque la política no debe mantenerse en «el marketing de las palabras vacías». Aunque sea la norma común.

miércoles, 4 de mayo de 2022

LOS PAPAS NO TIENEN SUEGRA (4 de mayo de 2022)

 

El Diario Montañés, 4 de mayo de 2022

Vivir basándose en tópicos facilita el día a día. La frase baladí o los chistes del bético Joaquín, por ejemplo, son muletillas eficaces para apoyarse en esos momentos distendidos de la barra de un bar, porque no se puede ser sublime sin interrupción, por más que Baudelaire lo pretendiera. El papa Francisco, que como buen argentino –permítaseme el tópico– tiende a la locuacidad, acaba de liarla con una frase que ha dedicado a las suegras: «A vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de los pecados de las suegras, la lengua».

La frase me ha estado rondando por la cabeza durante todo el día de la madre, por aquello de que, aunque los papas no tienen suegra por culpa del celibato que la Iglesia reglamentó en su momento, sus madres sí pueden serlo, siempre que los hermanos de los Sumos Pontífices se casen (algo bastante común, por otra parte). Jorge Bergoglio, a quien Dios guarde, no tuvo prevención con su lengua y emuló con tales manifestaciones lo que indirectamente censuraba en la conducta de su propia madre, que también fue suegra.

Debemos disculparle por su campechanía. Y porque además no estaba revelando ninguna «solemne declaración ‘ex cathedra’», que es cuando los papas deben mostrarse infalibles, dogmáticos, sublimes, tal como ambicionaba el poeta francés. Francisco se encontraba en la catequesis de los miércoles, impartiendo proximidad a cuantos le escuchaban, hablando como lo haría un argentino mientras ceba su mate en el bar. Algo distinto sería opinar sobre cuestiones humanas de mayor enjundia. En ese caso los dogmas católicos no admiten duda. Sirva uno como ilustración: «Es del todo irrenunciable la educación para la castidad, como virtud que desarrolla la auténtica madurez de la persona».

Quizá por eso quienes criticamos lo de las suegras seamos unos inmaduros de libro.