martes, 29 de marzo de 2022

UNA PARCELA EN EL METAVERSO (30 de marzo de 2022)

 

El Diario Montañés, 30 de marzo de 2022

Demasiado inocente, concebía el metaverso como una clasificación literaria, que era a la poesía lo que es la metafísica a la física. Pero no. Resulta que es un universo virtual, paralelo a nuestro mundo físico, en el que podremos desarrollar multitud de actividades, actuando en su interior con un avatar (nuestro yo digital) y un visor (gafas o como quieran llamarlo) que nos permitirán percibir esa realidad virtual. Pero en este universo paralelo prima lo económico –no podía ser menos– y, como cuando la iglesia prometía parcelas en el cielo a cambio de bienes terrenales del futuro «paraísoteniente» –permítaseme la licencia–, también aquí se pueden comprar terrenos que, «dependiendo de su ubicación, tamaño, servicios y demanda existente», pueden costar 13.000 dólares como promedio. Casi nada.

Tengo un amigo, cuyo nombre no desvelaré –es muy conocido por su labor creativa–, que acaba de comprar en el metaverso la parcela del antiguo campo de Polo de la Magdalena, convertido hoy en zona de ocio para celebrar conciertos, eventos deportivos y otras actividades. «Era lo que quedaba libre en esa península, y tenía un precio asequible», me dice. En adelante, quienes quieran realizar eventos virtuales, conciertos o pasear por esa parcela tendrán que solicitarle permiso, ya que es el propietario de tales bienes raíces, porque la especulación inmobiliaria ha entrado de lleno en ese mundo ficticio. Como ha entrado a saco el sexo. Pagando, podremos tener cuanto queramos y dar salida a nuestras fantasías más ocultas «en el lugar más excitante», que, si es en la Magdalena, por ejemplo, exigirá nuevo pago a mi amigo.

Probablemente también llegarán hasta el metaverso dictadores, huelguistas sin oficio, militares, terroristas, curia, salvapatrias… y repetiremos allí los errores de aquí. Al fin, ese espacio es un invento humano. Demasiado humano. Y nos deshumanizará aún más.

martes, 22 de marzo de 2022

ESLÓGANES (23 de marzo de 2022)

 

El Diario Montañés, 23 de marzo de 2022

Esta semana recapacito sobre ciertos eslóganes, animado por el texto que leí en un contenedor verde: «¡Gracias por reciclar vidrio! Acabas de reducir el gasto en energía eléctrica». No mostraba la síntesis de la publicidad originaria, «Reciclar es vivir», pero transmitía buenas vibraciones en tiempos de precios revueltos. Precisamente el carácter sintético es rasgo que destaca la RAE cuando define eslogan: «fórmula breve y original utilizada para publicidad, propaganda política, etc.». (En ese etcétera cabe la poesía, no en vano en esta época solemos recitar a Antonio Machado: «La primavera ha venido, / nadie sabe cómo ha sido»).

Me contaba Mario Camus que en sus tiempos madrileños las empresas publicitarias requerían la presencia de estudiantes de la Escuela de Cine (todos fueron después grandes guionistas y directores) para que pensaran frases que les pudieran servir como máxima promocional. «Nos pagaban por imaginar, por lanzar ideas. En una de aquellas sesiones José Luis Borau dejó una creación que hizo fortuna: ‘Solares, solo sabe a agua’».

Manuel Fraga también era gran aficionado a los eslóganes. No había estudiado cine, pero se las ingenió para promover sentencias que aún nos rondan por la cabeza a quienes ya tenemos cierta edad. Edulcoró la dictadura con los «25 años de paz», e inventó desde Turismo su «Spain is different!», con el propósito de revertir la mala fama de nuestro país en Europa. Después llegó el cambio democrático, y Alfonso Guerra prometió que con los socialistas en el poder «A España no la iba a conocer ni la madre que la parió». Tenía razón. Ahora, con la democracia plena, se puede vivir incluso en «La república de tu casa», dentro de un estado monárquico, con el rey emérito alejado por sus circunstancias.

«Te morirás por conocernos», podría haber dicho Fraga. Pero lo dicen las empresas funerarias.

martes, 15 de marzo de 2022

BAJAR EL TERMOSTATO (16 de marzo de 2022)

 

El Diario Montañés, 16 de marzo de 2022

Estoy concienciándome para seguir la recomendación de bajar el termostato a 17 grados, aunque no tengo la certeza de que el gasoil de mi calefactora proceda de Rusia. Tampoco sé si esos grados de menos influirán cuando lo que caldea el hogar es el aire acondicionado (no es mi caso, pero sí el de algunos austeros conversos). De todos modos, se adaptarán mejor al bajonazo quienes vienen de una infancia sin tantas comodidades como las que tuvieron los que enaltecen ahora la frugalidad, ajenos como han sido a carencias, fríos o sabañones y al ahorro obligado por escasez de medios. Afortunadamente la primavera está a la vuelta de la esquina, y anuncia en esperanza una temperatura más cálida, reflejo del verano. De esa forma dejaremos de utilizar la calefacción, aunque otros mantendrán encendido el aire acondicionado para, en su caso, combatir el sofoco, en modo ahorro, claro está. Cosas de la vida. Sabemos que nunca llueve a gusto de todos y que no nos defendemos del frío o el calor de igual manera, porque nuestras posibilidades son distintas.

La crisis pasará dejando con más poder a los pudientes y más pobres al resto. Siempre ha sido igual. Como la energía, el dinero no se crea ni se destruye, simplemente se muda a manos más acaudaladas. En época de apreturas los beneficios de unos pocos aumentan en perjuicio de la mayoría: las eléctricas elevan sus ganancias el 18,5%, las petrolíferas prevén un incremento del 20%, la banca un 45% más que antes de la pandemia…

En absoluto pretendo escribir un artículo revolucionario. Quiero mostrar datos difíciles de admitir cuando el riesgo de pobreza de la población española es del 21% y la mayor parte de ella no puede alcanzar los 17 grados en su casa. De ahí que ciertas recomendaciones incomoden.

martes, 8 de marzo de 2022

DÍA DEL TEBEO (9 de marzo de 2022)


 El Diario Montañés, 9 de marzo de 2022

El pasado sábado se celebró el día del cómic en España, conmemorando el mes en el que nació el primer TBO. Además de ser considerado el noveno arte y conseguir un hueco en la universidad y en los museos, el cómic debería abrirse paso sin complejos en la enseñanza, para ayudar en la labor de promoción lectora. Francisco Ibáñez, creador entre otros personajes de Mortadelo y Filemón, decía que para llegar a Kafka convenía navegar primero por las aventuras de sus agentes, porque concebía el tebeo como paso imprescindible para el acercamiento posterior a obras «de mayor enjundia». Tengo un amigo intelectual, poeta y autor de relatos cortos, que dice no haber leído nunca un cómic, porque es algo que no le seduce. Eso que te pierdes, suelo contestarle, porque el cómic, como la gran literatura, tiene diversos escalones de complejidad, y la novela gráfica –uno de los más elevados– puede colmar las expectativas de cualquier lector, ya que junto a un texto de calidad sitúa imágenes de primer nivel artístico. Digamos, por simplificar, que es como una película en la que el lector, además de poner voz a los personajes con su lectura interior, debe completar algunos espacios entre los fotogramas (viñetas). Es decir, participa más activamente que en el cine, y suma a la actividad gratificante de leer el placer de la contemplación del arte en sus estampas.

En nuestro país contamos actualmente con grandes guionistas y dibujantes, que tienen en común la pasión por la lectura y el respeto por la documentación, para ser muy precisos en cuanto a la historia y los dibujos. Por ello recomiendo leer tebeos en todas las edades. En los inicios, para acercarse a los libros de manera atractiva; luego, porque satisfacen cualquier apetencia intelectual.

¡Fuera los complejos! ¡Larga vida al tebeo!

martes, 1 de marzo de 2022

DIMITRI (2 de marzo de 202)

 

El Diario Montañés, 2 de marzo de 2022

En estos tiempos resulta complicado hablar de algo distinto a la invasión de Ucrania. Hay personajes que desde el poder perpetran acciones que creíamos superadas e imposibles de repetir, pero está visto que la paz mundial pende del hilo débil de la cordura de algunos mandatarios. Hace años le comentaba como chanza a Dimitri Michailov Viscrebenets, un joven marino que había llegado a Santander en el buque-escuela militar ruso 'Kruzenshtern', y que mi hija Ana invitó a comer a nuestra casa, que la URSS había perdido su grandeza cuando decidió abrazar lo peor del capitalismo y dejó el poder económico en manos de una naciente oligarquía, mafiosa casi siempre. El imperio –añadí en tono de broma–, para tratar de equilibrar la balanza política mundial y no reproducir vicios del capitalismo, debería recuperar su extensión y sus esencias comunistas. Y lo que no pasaba de ser ocurrencia de sobremesa, lo está llevando a cabo, sin por supuesto recuperar ninguna esencia, un loco que calza zapatos con alzas (¿serán consustanciales la escasa estatura y el poder dictatorial?).

Los pájaros cantan por estos lares el adelanto de una primavera que en invierno viste los árboles con flores. En Ucrania, sus parientes, que trinan con el mismo lenguaje que los nuestros, se asustan ante el ruido de las explosiones y huyen, como los humanos. El cambio climático y la guerra todo lo trastocan, todo lo confunden. Además, las guerras nunca aportan soluciones a los problemas que tienen remedio y traen el peligro real –Kant lo decía– de crear más personas malas que las que eliminan.

Dimitri, aun consciente de que el mundo es una aldea global con amenazas comunes, abandonó Rusia y vive feliz en Brasil. Cada amanecer espera que una luminosidad similar a la del país carioca diluya la oscuridad del suyo.