martes, 27 de octubre de 2020

DEPORTE ES EDUCACIÓN (28 de octubre de 2020)


 El Diario Montañés, 28 de octubre de 2020. Foto Dani Pedriza ©El Diario Montañés

El gobierno regional nos regala una hora cada noche retrasando hasta las doce el toque de queda (Sánchez prefiere que digamos «restricción de movilidad nocturna», que viene a ser lo mismo, pero suena mejor). Sea de una u otra forma, cuantas medidas coherentes se tomen para vencer al virus son bienvenidas, sobre todo si se intenta conjugar la seguridad con hacer el menor daño a colectivos económicos, culturales o deportivos. Pero la ley debe ser dura cuando la sociedad se muestra laxa.

Aunque en general la relajación no viene de la mayor parte de los negocios afectados, hay ocasiones en que estos son permisivos con los parroquianos por miedo a perderlos. Sirva un ejemplo: fumar tras una comida, a puerta cerrada y en grupos de confianza, ha sido habitual en algunos locales. Lo pedían los comensales, y los dueños lo aprobaban e incluso compartían el humo «socializante». Otra muestra: mientras en Primera División se juega al fútbol sin espectadores, el sábado, en Segunda B, el Laredo tenía un público que en algunas fotografías parece apiñado. Cosas de nuestro país. Resultamos confusos redactando leyes, contradictorios aplicándolas y reacios respetándolas.

Ahora, en Cantabria, acabamos de dar un paso más en seguridad, aplicando, al margen de las demás autonomías y a un colectivo muy respetuoso deportivamente hablando, un decreto que resulta singular: los menores de dieciocho años no podrán entrenar en pabellones o locales cerrados, aunque estén bien ventilados, o, pongamos por caso, en piscinas de agua clorada, que, como lejía rebajada, es enemiga del bicho. Sí podrán hacerlo al aire libre, aunque de forma individual, sin contacto. Pero no podrán competir. Es como si a esas edades deporte y educación fuesen dos extraños. Y pudiésemos prescindir del primero sin influir en la segunda.

¡Ay!, también el coronavirus ha partido a la juventud.

martes, 20 de octubre de 2020

SI LOS MÉDICOS MANDARAN (21 de septiembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 21 de septiembre de 2020

Parece que los médicos cántabros estuvieran tomando medidas en contra de sus intereses, que en cuestiones de salud suelen ser los nuestros. Resulta que están cerrados los centros de atención primaria en algunos pueblos por escasez de profesionales, que piden que los madrileños vengan a Cantabria por el puente del Pilar, que adelantaron en su día la movilidad con sus vecinos vascos… Así empezaría este artículo si, como dice Revilla, son ellos los que cortan el bacalao con respecto a cómo actuar contra la pandemia. Según el presidente, «Cantabria va mejor que otros sitios porque los políticos no pintamos nada en esta materia».

No, la verdad es que no mandan los médicos, aunque contra la Covid se debería tener en cuenta su opinión más de lo que en realidad se tiene. Contra ese bicho se necesita el juicio de quienes más lo conocen, entre otras cosas porque luchan contra él desde hace meses, casi nunca con el personal ni los medios necesarios, que, esos sí, dependen de las resoluciones políticas. Por eso los teléfonos suenan en los centros de salud sin descanso, pero sin respuesta. Es difícil opinar a salto de mata. La boca se calienta y las palabras surgen sin freno.

La liga ha comenzado en Segunda B, con 6.666 espectadores posibles en el Sardinero –número que amplía en seis mil el apocalíptico de la Bestia–, que vieron como empataba el Racing. Dicen que la vida debe seguir para que la economía no se paralice, pero con prudencia y no sujeta a las contradicciones de quienes pretenden tenernos a un tiempo en casa y fuera de ella. Ahí sí deberían tener algo que decir los galenos. Y lo dirán, sin duda. Pero sin decidir, porque, aunque Revilla diga lo contrario, no tienen la fuerza ejecutiva que les atribuye.

martes, 13 de octubre de 2020

PARQUE DE AGUA (14 de octubre de 2020)


 El Diario Montañés, 14 de octubre de 2020

Escribo este artículo, el 450, con las mismas incertidumbres que tuve en el primero, porque algunas cosas apenas cambian con el correr del tiempo. En nuestra región vivimos con ofrecimientos continuos de promesas infográficas, algunas sin mucho sentido, la verdad, con escasas expectativas. Un día de los inocentes la web del postureo cántabro anunciaba que Cantabria tendría un Aquapark entre Isla y Noja, porque la opción había sido refrendada por el 53% de los preguntados en una encuesta imaginaria. La ocurrencia se hizo viral y provocó carcajadas. Pero he aquí que aquella inocentada acaba de tomar forma de proyecto para Torrelavega, «con un estudio de viabilidad» ya realizado sobre 100 días al año funcionando, 2.000 visitantes en ese mismo periodo y la creación de unos 60 nuevos empleos (lo de los 10 millones de euros de inversión es mejor decirlo de pasada).

Es como si hubiésemos olvidado que nuestra región es costera, con agua más que suficiente en sus playas, o en sus ríos, que es por lo que llega el turismo. Una región en la que suele llover bastante más de lo que dice el presidente en las televisiones, que nos supone dentro de un microclima protector, aunque en este puente frustrado, en el que animó a los madrileños a salir hacia nuestro paraíso antes de que se promulgara una ley que lo iba a impedir –manda huevos, que dijo Trillo–, no haya dicho nada.

«¡Viva el vino!», exclamó Rajoy, colocándolo por encima del agua. Pero aquí es el agua del ocio lo que importa. «¿Habrá algo detrás?», me pregunta un amigo que sabe de gestión deportiva y sospecha intereses en tal ocurrencia. No lo creo. Son ideas con las que permanecemos ocupados y entretenidos. Como si fuéramos de Carabaña. Sin caña, pero con el agua como cebo.

martes, 6 de octubre de 2020

AHORA ES EL MOMENTO (7 de octubre de 2020)

 


El Diario Montañés, 7 de octubre de 2020


No es el momento. Dicen que lo prioritario ahora es luchar contra el coronavirus; lo demás puede esperar hasta que lleguen tiempos mejores. Cruzaremos los dedos y pediremos que otro mal no se nos lleve por delante, como ha sucedido en Espinosa de los Monteros, donde una señora ha muerto por un cáncer diagnosticado tarde, a sus tempranos 48 años, «sin lograr una sola cita presencial con su médico». Hay quien cree que las palabras pueden curar, y por eso atiende desde la distancia, pero el verbo solo es bálsamo que alivia psicológicamente, con preferencia cuando se realiza cara a cara. Salvo milagro, únicamente las acciones médicas sanan.

El maldito virus ha puesto en evidencia las carencias sanitarias del país y ha demostrado que no se puede ejercer la medicina con rigor –salvo para certificar el ‘rigor mortis’– cuando no hay suficientes medios personales ni técnicos. Hemos vivido engañados por las soflamas de los responsables de la cosa sanitaria, que escamoteaban la verdad a los ciudadanos. Avestruces ontológicos, escondíamos la cabeza bajo las alas del engaño.

No se encuentran soluciones para los vivos. Tampoco para los muertos. Después de cuarenta y tres años de democracia algunos estiman que no es «prioritario ni urgente» gastar dinero para activar la memoria histórica en tiempos de tribulación. Por eso siguen enterrados en la incertidumbre de las cunetas y perdidos en la niebla del olvido compatriotas cuyos familiares esperan la redención de la luz. Gestionar todo esto es arduo, desde luego, pero nunca deberían surcarse los caminos del olvido, y menos los del odio, por más que las desavenencias políticas pretendan generar ese cáncer con cada enfrentamiento.

Y sí, digan lo que digan, ahora es el momento para preocuparse tanto de los vivos como de los muertos, sin que la pandemia sirva de excusa.