martes, 23 de abril de 2024

TRABAJO Y POBREZA (24 de abril de 2024)

 

El Diario Montañés, 24 de abril de 2024 

(Museo del Prado: «Un mendigo», lienzo de Pedro Alejandrino Irureta y Artola)


Los caminos hacia la pobreza son imprevisibles. Cuando niño pude observar, tras el anonimato de unas cortinas, al ex marido de mi tía abuela Julia pulsando el timbre de la puerta de su antigua vivienda familiar de Villanueva, situada frente a la mía. Como nadie le abriera, se sentó a liar un cigarrillo en uno de los escalones que trepaban hasta el portal de la casa. Llevaba el pantalón ceñido con una cuerda, la americana arruinada por mil intemperies, el sombrero de fieltro deslustrado, y la barba larga y blanca como la de los mendigos de las ilustraciones de mis libros infantiles. Cargaba un saco a la espalda para guardar los productos que le donaba la gente caritativa, pues eran tiempos de dificultades monetarias. Julia permaneció oculta, avergonzada sin duda por el qué dirán, pero sin apiadarse de aquel hombre, antaño su esposo, que destrozó su vida con el vicio del juego. Pobre de solemnidad, venía de Santander. Sin obtener nada, regresó a la capital.

Los indigentes, hoy en día, siguen acercándose al pueblo para pedir limosna. Uno de ellos lo hace todos los sábados, con metódica regularidad. Mi mujer le prepara un bocadillo y le entrega unas monedas. Un vecino le deja dinero suelto dentro de un vaso que coloca en el alfeizar de la ventana del piso bajo; así no debe estar pendiente de su llegada. También se presenta otro, menos predecible, sin día fijo. No tiene las certidumbres del bocadillo ni de las monedas del vaso, pero, bohemio, prefiere asumir ese riesgo antes que ajustarse a un horario.

Los caminos hacia la pobreza son imprevisibles, repito. Aunque haya disminuido el paro, dice la estadística que el 20% de los cántabros continúa en riesgo de padecerla. Es como si el trabajo no se remunerara con un salario justo.

martes, 16 de abril de 2024

EN ABRIL, FERIAS MIL (17 de abril de 2024)

 

El Diario Montañés, 17 de abril de 2024

En Cantabria, en abril, ferias sevillanas mil. En este mes los ayuntamientos lucen, en mayor o menor medida, su eclosión primaveral de lunares, faralaes, bulliciosas sevillanas y refrescantes rebujitos. Y desfiles por sus calles, que, sin caballos andaluces, suelen efectuarse en Magdalenos (la verdad, desconozco de dónde salen tantos). Es una costumbre tan alejada de nuestra idiosincrasia (tan sin gracia) que no le resultará difícil al gobierno regional denegar su declaración como fiesta de interés turístico regional, si es que se le ocurre solicitarlo a algún iluminado. Y más ahora, cuando parece que van a endurecer las condiciones para que un evento obtenga esa categoría.

También proliferan las ferias del libro, algo que debería alegrarnos a quienes andamos inmersos en este oficio de apreturas. Mas no. Salvo las tradicionales de Santander, Torrelavega y Santillana, y la primera de Castro Urdiales, que ha tenido un arranque ejemplar en cuanto a organización, actividades y ventas, las que ahora nacen parecen impulsadas por la improvisación antes que por una meditada organización. El libro tiene un delicado ecosistema, integrado por autores, editores, distribuidores, libreros, bibliotecarios y lectores, que nadie debería romper. Si se fractura algún eslabón, el equilibrio peligra. Y ahí puede radicar el problema, porque algunos escritores, tan pagados de sí mismos, prefieren pagar sus creaciones literarias para verlas publicadas, aun sin pasar controles de calidad. Al contrario que Borges, quieren presumir de lo que han escrito antes que de lo que han leído. Costean sus obras, sí, y luego no quieren perder la ocasión de venderlas, sea en romerías o en ferias de poca monta. Y de animar a realizarlas, pues necesitan esos escaparates.

Me lo decía otro editor amigo: quienes las organizan no respetan nada, es como si, para poner en marcha sus congresos, los Colegios de Médicos convocaran a curanderos.


martes, 9 de abril de 2024

PARECIDOS SOSPECHOSOS (10 de abril de 2024)

 

El Diario Montañés, 10 de abril de 2024

«Se parece a Casper, pero no es Casper», advertía mi hija de apenas ocho años cuando entregaba a la maestra una redacción que contaba la amistad entre una niña y un fantasma. Había cambiado ligeramente el argumento, pero la historia era idéntica. Tan pequeña, su copia era un ejercicio de inocencia.

Los adultos, por si acaso, suelen advertir, en películas o en novelas, que «los personajes y hechos retratados son ficticios y que cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o con hechos reales es pura coincidencia».

Jorge Luis Borges sabía que por los resquicios de la creación literaria pueden entrar ideas ya manifestadas por otros anteriormente. Por eso no tenía la certeza de que su voz fuese siempre propia; podía ser de «todos los autores que he leído […]». Dejaba claro que ‘nihil novum sub sole’. Gonzalo Torrente Ballester me confesaba en misiva de 1982, ante otra carta mía en la que le comentaba el parecido entre un texto del mejicano Juan José Arreola y otro suyo posterior de ‘Fragmentos de apocalipsis’, que se alegraba «de haberlo ignorado, pues una mínima prudencia me hubiera impedido tratar el mismo tema…».

Así como Borges y Torrente tenían claro que se puede incurrir en parecidos razonables sin pretenderlo, mi hija negaba con ingenuidad su candoroso plagio. Como lo niega la empresa de publicidad desarrolladora de la nueva imagen corporativa de Cantabria Infinita. Cabe decir en su defensa que elaborar logotipos originales es tarea harto complicada, porque existen tantos que casi es imposible concebir alguno diferenciado. Por eso resultan útiles las herramientas de comparación de imágenes que nos ofrece la red. Si no las han empleado, sería incomprensible. Si las han utilizado y han seguido adelante, parecería un engaño.

En cuanto al coste, lo decía Antonio Machado: «Todo necio confunde valor y precio».

martes, 2 de abril de 2024

TURISMO Y SANIDAD (3 de abril de 2024)

 


El Diario Montañés, 3 de abril de 2024. 
Fotografía de Loredo de Javier Cotera@Diario Montanes

Cantabria sigue dando pasos firmes para convertirse en un parque temático de atracciones turísticas. La mayoría de los pueblos ofrecen atractivos para disfrutar de la naturaleza, nuestro mejor patrimonio: marcos enormes, vías ferratas, columpios y bancos colosales, tirolinas, miradores, futuras instalaciones de teleféricos o toboganes… Y aunque no está nada mal, todas esas infraestructuras tienen el problema común de estar construidas en el exterior, lo que nos incita a pasar el tiempo mirando hacia el cielo y suspirando para que ni la lluvia ni las previsiones del delegado territorial de turno de la Aemet nos fastidien el maná de visitantes. Ese sí lo esperamos caído del cielo.

Es cierto que necesitaríamos haber puesto algo por nuestra parte, finalizando de una vez los espacios cubiertos que tanto anunciamos –el MAS, el Archivo Lafuente, el nuevo MUPAC…–y así poder ofrecerle al visitante otras ‘cosas que hacer en Cantabria cuando llueve’. Pero mientras tanto, en cuanto un rayo de sol se atisba a lo lejos, seguimos quejándonos de las previsiones meteorológicas, que nos auguraban una semana santa pasada por agua (buen problema te quitaste de encima, amigo Arteche, porque ahora que Revilla protesta menos, parece que Gema Igual ha decidido tomar su testigo).

Algunos piensan que el cambio climático lo solucionará todo. Quizá tengan esa visión los empresarios que pretenden convertirnos en un calco de Ibiza, construyendo desde Langre a Loredo un gran complejo turístico. Si lo llevan a cabo, habrá ventajas, no lo dudo, pero también podríamos tener problemas similares a los que ya tienen los isleños: alquileres turísticos elevadísimos, superpoblación veraniega y, curiosamente, como consecuencia de todo ello, fuga de profesionales sanitarios.

Como no hay mal que por bien no venga, César Pascual podría librarse de la propia culpa, atribuyéndole al desorden urbanístico su caótica actuación con la Sanidad cántabra.


martes, 26 de marzo de 2024

LA IA, QUIÑONES Y MAÑANES (27 de marzo de 2024)

 

El Diario Montañés, 27 de marzo de 2024

Acabo de participar en unas jornadas sobre Inteligencia Artificial (IA). Para ir preparado, le pedí a mi hijo Darío que investigara cuánto sabe de mí el Chat GPT: «Jesús Herrán Ceballos fue un destacado escritor, investigador y promotor cultural nacido en Santander en 1925 y fallecido en 2016. Su obra literaria se centró, principalmente, en la difusión del folklore y la cultura de Cantabria». Continuaba, con lenguaje retórico y frases reiterativas, ensalzando mis supuestas virtudes. Me gustó, aunque me inquietaba haber nacido apenas doce años después que mi padre… y no digamos estar muerto.

«Pide al Chat GPT información sobre mi faceta de articulista», insistí: «Jesús Herrán Ceballos ha dejado una huella indeleble en el periodismo a través de su destacado trabajo como columnista en ‘El Diario Montañés’. Con una pluma afilada y perspicaz, ha sabido capturar la esencia de los temas que aborda, ofreciendo análisis profundos y reflexiones agudas sobre la realidad local y nacional». Seguían numerosos elogios: «estilo único, rigor informativo, prosa elegante, compromiso ético, valores democráticos…». Me vine arriba.

«No te creas nada» –enfrió mi hijo–. «Dime qué quieres que le pregunte sobre algo que te gustaría haber sido». «Cantautor en la transición», contesté llevado por un impulso disparatado. «Ahí lo tienes»: «Jesús Herrán Ceballos, además de su destacada labor como periodista, se distinguió como cantautor durante la transición democrática española. Su música reflejaba los ideales de libertad y cambio que caracterizaban aquel momento histórico en España». Y continuaba con invenciones como: «letras profundas y emotivas, compromiso democrático, talento artístico, huella significativa…». Todo referido a mí, que no canto ni en la ducha. «Son las exageradas atribuciones de la IA», concluyó Darío.

¿Habrán utilizado la IA para asignar las nuevas responsabilidades a Quiñones y Mañanes?, me pregunté. Por los salarios tan elevados, bien podría haber sido.

martes, 19 de marzo de 2024

EL ACOSO COMO VIOLENCIA (20 de marzo de 2024)

 

El Diario Montañés, 20 de marzo de 2024

Hoy tengo nudos en el entendimiento. No puedo comprender que las amenazas a la libertad de prensa y el espíritu democrático coexistan en una misma persona. Sospecho que si algunos fusionan estas mezclas imposibles es porque parte de la población aplaude los lances autoritarios. «Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den», ha advertido a un periódico digital el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, personaje de sol y sombra que actúa como Corleone cuando hace una oferta que no se puede rechazar o como John Dutton cuando ejecuta su propia ley en Yellowstone.

Político que gusto imaginar con un vaso en la mano y los pies sobre la mesa, hilvana los escritos de quien confeccionaba anteriormente los de Aguirre y Cifuentes (y dicen que los de Pecas, el perro de la primera, aunque ella lo desmiente). ¿Será quien influyó en Ayuso para que preguntase en su discurso del día de la mujer por qué no se celebraba ningún día del hombre? Una ocurrencia que corrió como la pólvora, aunque, en tiempos de mentira, política banal, gracejo y etiquetas (‘hashtags’), olvidara el 19 de noviembre.

Mediocres generadores de miedo existen en cualquier ámbito del poder. Hace tiempo, un personajillo regional me citó en su despacho para advertirme que cuidara lo que escribía en este rincón, porque podía volvérseme en contra. Su actitud me ratificó en la idea de que la calidad de una persona se conoce cuando ostenta un cargo.

Otra forma de amenaza es el acoso. Vox ha puesto en marcha una investigación para averiguar si Leticia Díaz lo ha llevado a cabo, precisamente aprovechando su cargo, con una compañera de trabajo. Si se confirma, su partido podrá esgrimir un argumento más cuando intente convencernos de que la violencia no tiene género.

martes, 12 de marzo de 2024

COMIDA ENVASADA Y REFRIGERADA (13 de marzo de 2024)


 El Diario Montañés, 13 de marzo de 2024 ©El Diario Montañés

Me encantaría disponer de un Chat CPT. Podría pedirle que desarrollase mis artículos de opinión, y solo tendría que repasarlos para corregirlos. Pero no. Los días previos les doy mil vueltas a los posibles temas de interés, sobre los que además debo documentarme si pretendo hablar con precisión. Le comentaba esto a mi amigo Chema Zuazo, profesor de Lengua y Literatura en Colindres. «¿Por qué no hablas de los comedores escolares y sus comidas?», me dijo. «Cada vez que hemos estado hospitalizados, lo primero que hacemos al salir es quejarnos del menú. Y no debemos olvidar que una carta similar es la que damos a nuestros niños, con la diferencia de que su periodo de “hospitalización escolar” dura varios años, los más importantes de su vida. Además, los alimentamos con dinero público». 

Recapacité. El tema podría estar de actualidad, ahora que en Cantabria 41 comedores escolares (2.600 alumnos) han estado a punto de quedarse sin servicio a mitad de curso porque la empresa Catering Arcasa SL, matriz de Comer Bien SL, entró en concurso de acreedores. Por fortuna, el problema se resolvió de la noche a la mañana, con la única diferencia –no pequeña– de que la nueva empresa elabora los menús en Vizcaya para servirlos mediante catering, la llamada línea fría, comida envasada y refrigerada, la menos recomendable pero la que más abunda en los colegios españoles. Hay más defectos, claro está. La OCU dice que el 45% de los menús que analizaron en su día (622) estaban desequilibrados, «especialmente cuando se elaboran fuera del centro escolar: demasiadas patatas, croquetas, san jacobos… y pocos huevos y legumbres».

Desconozco si el Chat CTP me proporcionaría estos datos, pero los responsables políticos deberían tenerlos en cuenta, porque son ciertos. Y la buena alimentación de los jóvenes también depende de sus decisiones.


martes, 5 de marzo de 2024

LAS PEONADAS (6 de marzo de 2024)

 

El Diario Montañés, 6 de marzo de 2024. ©El Diario Montañés (Roberto Ruiz)

Los responsables del Servicio Cántabro de Salud, tras descubrir que 1.700 personas han fallecido aguardando en lista de espera sanitaria, intentan averiguar ahora qué tipo de cita tienen pendiente otras 7.000, pues la desconocen. Según datos recientes, Cantabria tiene «18.050 pacientes en espera, con una demora media de 173 días para las intervenciones quirúrgicas, 90 para las consultas y 110 para las pruebas». Cifras intolerables.

La varita mágica que rebaje estos plazos es la misma para todos los dirigentes políticos, con independencia de su signo ideológico: apostar por las peonadas. Y no actuar, como denuncia la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad Pública de Madrid, corrigiendo «la mala gestión de los recursos, el déficit de plantillas… o los intereses corporativos y económicos de algunos profesionales».

Personalmente mantengo que las peonadas rebajan la calidad de la atención al paciente, pues el cirujano está más fatigado si tiene que intervenir mañana y tarde; que los hospitales privados a los que se desvían ciertas operaciones están peor dotados técnicamente, con lo que son menores las posibilidades de reaccionar ante una complicación quirúrgica; que ahondan en el paro y la emigración de los jóvenes médicos… y, lo que es peor, que su utilización indiscriminada puede engordar el bolsillo de algunos sin adelgazar las listas de espera. Al menos eficientemente.

Aún no se contempla, pero no estaría mal que el testamento vital también nos permitiera elegir cómo y dónde ser intervenidos, para evitar en lo posible el peligro de toparnos con facultativos agotados. Por cierto, en Cantabria no conviene descuidarse en lo del testamento, pues la funcionaria encargada de los trámites está sobrepasada por el trabajo y quienes pretenden hacerlo deben esperar la cita durante más de un mes.

Lo más fácil sería ponerle un ayudante, pero es posible que los gestores prefieran que realice peonadas.

martes, 27 de febrero de 2024

CHARLA CON UN PORTERO DE DISCOTECA (28 de febrero de 2023)

 


El Diario Montañés, 28 de febrero de 2023

«Primeramente hay que usar la cabeza; tiempo habrá para utilizar las manos». Y mostraba las suyas, potenciales racimos de hostias. Los fines de semana trabajaba como portero de discoteca para obtener un sobresueldo. «De ahí viene lo de anteponer la fuerza del diálogo; es necesario hablar con los jóvenes cuando tienen una copa de más y van de gallitos». Paseábamos por El Raval barcelonés, una zona de turismo tumultuoso, muy atractiva para carteristas. Yo lo hacía con la despreocupación de llevar a mi lado su figura imponente, capaz de derribar un becerro a puñetazos (matarife de oficio, estoy por asegurar que llegó a hacerlo alguna vez). 

Nos hemos reencontrado en un bar. Tomo precauciones, porque sus apretones de manos son de una efusividad peligrosa para mis dedos. Han pasado varios años y sigue tan fornido como entonces. Tras habernos puesto al día sobre nuestras cosas, me suelta: «Vaya mierda lo de Koldo». Y comienza a maldecir a quien fuera mano derecha del ministro, «para más inri socialista», que aprovechó el puesto para enriquecerse con la desgracia de los demás. «Tampoco me gusta Ábalos, tiene aspecto de perdonavidas. Dios los cría y ellos se juntan. Parecían hechos el uno para el otro». Pedimos cerveza y unos pinchos de tortilla. Musita entre dientes que todos cambian cuando alcanzan el poder. «Quién iba a decirlo. El Koldo de las pelotas…». «Y también su entorno. Tan responsable es quien comete el delito como quien lo facilita –aclaro–. El presidente llegó a ponerlo como ejemplo para la militancia». «Si lo que buscaba era un modelo para la Modelo, acertó. Yo sería incapaz de actuar de esa manera». Sonrío recordando un relato de Lauro Olmo: «Por eso nunca serás perito en gambas… y mucho menos en langostas. Confórmate con esta tortilla. Tiene muy buena pinta».


martes, 20 de febrero de 2024

CONSTRUIR CULTURA (21 de febrero de 2024)

 


El Diario Montañés, 21 de febrero de 2024. Fotografía del Blog de MUCHOCASTRO 
con fotos antiguas de Castro Urdiales, por Juan Francisco Ureta

Hace tiempo, lo antiguo se consideraba viejo, pasado de moda. Muebles rústicos, camas de hierro, aparadores de madera, cantareras, artesas… eran objetos de desperdicio para provecho de anticuarios. Las gentes, por desconocimiento, se desprendían de todo en nombre de una modernidad de muebles contrachapados y formica.

Algo parecido ocurrió con el boom de la construcción. Se demolía edificios señeros para construir espacios apenas habitables. Cuando fui a vivir a Castro Urdiales, hace más de treinta años, un maestro de obras protestaba porque la nueva autovía constreñía el desarrollo del pueblo. Viendo el terreno que quedaba hasta la calzada, me pareció absurda tal apreciación. Estaba equivocado. En los once años que permanecí allí, el pueblo se convirtió en ciudad y sus edificaciones llegaron hasta la autovía con la facilidad que previó aquel técnico del ladrillo. Años antes, con similar especulación de unos, y contando con la ignorancia interesada de otros, sus compañeros de profesión habían demolido edificios señeros de la cultura, entre ellos iconos como el Cine Club Ágora, el teatro de La Villa o el teatro Argenta. Desde entonces, entre promesas y retrasos, la ciudad sigue esperando la construcción de un edificio que acoja un cine-teatro. Se ha creado, incluso, una Asociación de Amigos del Cine y el Teatro que empuja para que la idea se consolide. Nada han conseguido. Acaso importunar a las autoridades.

La pasada semana solo 140 personas pudieron disfrutar de la proyección de la película ‘El maestro que prometió el mar’ y el posterior coloquio que esa Asociación había organizado en el Salón de Actos del Instituto Ataúlfo Argenta. Otras no pudieron entrar.

Ninguna ciudad debería permitir tales situaciones. Y menos una de 60.000 habitantes. Porque, aunque resulte fácil destruir la cultura, a la larga es más rentable construirla. Por el bien de la salud ciudadana.


martes, 13 de febrero de 2024

RETROCESO LECTOR (14 de febrero de 2024)

 

El Diario Montañés, 14 de febrero de 2024

Ahora que los cántabros estamos en la estadística lectora por debajo de la media nacional, rememoro tiempos mejores. En mi juventud, cuando la televisión era el único enemigo declarado de la lectura, los aficionados solíamos realizarla con fruición. Incluso en el retiro del retrete –valga la redundancia–, leer era una ocupación rutinaria que solía llevar a los tuyos a interesarse por tu salida. Y no respondías por el tiempo que podría llevarte la evacuación, sino por el que considerabas necesario para dejar la novela en un capítulo cerrado. Henry Miller, el autor maldito –bendita maldición que hizo que leyéramos la mayor parte de su obra en la discreción del váter–, dice en su libro breve, ‘Leer en el retrete’, que alguno de sus amigos «incluso tienen allí una estantería». Otra época. Otros afanes.

La editorial Oberon ha iniciado una colección de libros para leer en el retrete que, aunque momentáneamente tenga éxito (‘El libro gordo del retrete. Lecturas interesantes para momentos íntimos’ y ‘El libro gordo del retrete. Grandes mentiras, falsos mitos y errores de la humanidad’), deberá luchar contra un enemigo poderoso que ha entrado sin excusas en el excusado con total seducción: el teléfono. Tal es así, que un estudio de la Universidad de Barcelona revela «que las pantallas de los teléfonos móviles pueden contener hasta treinta veces más bacterias que la tapa de un inodoro». Desconozco si esto le sucedía al papel, pero el asunto denota un doble problema: primero, el teléfono se ha infiltrado definitivamente en nuestras vidas; segundo, con su atractivo ha desplazado al libro de nuestros pocos momentos de recogimiento, incluso de los de mayor privacidad.

Dios me libre de pensar que la lectura haya podido caer solo por esas causas. Pero con tal perspectiva seguirá su regresión. Aquí… y en Lima.

 

lunes, 5 de febrero de 2024

AL MODO DE CARMEN SEVILLA (7 de febrero de 2024)

 

El Diario Montañés, 7 de febrero de 2024

Los científicos llevan tiempo advirtiéndonos del cambio climático y explicándonos sus causas, pero aún mucha gente sigue aferrándose a razones supersticiosas. Desde que se tiene noticia, en nuestro país han existido las ‘rogativas propluvia’, rezos y procesiones para pedirle a los santos su intercesión para el regreso de la lluvia. En 1945, el fraile soriano Francisco Irañeta parecía conocer el origen de la pertinaz sequía, que atribuyó entonces «a la inobservancia de los días festivos, el horrendo pecado de la blasfemia y el pecado de la impureza».

Todavía en el siglo XXI los obispos continúan pidiéndonos que roguemos, aunque ahora sin culpabilizar a nadie de este estiaje perpetuo; el de Córdoba, muy pragmático, acaba de proclamar que «Dios sabrá cuándo y cómo nos la enviará [la lluvia], pero nosotros no dejemos de pedírsela». No sea que…

Entre la Ciencia y la Religión, Isabel Ayuso ha intercalado un tercer factor de juicio: la Filosofía. Pero no la orteguiana, a la que tanto gustaba recurrir el profesor Tierno Galván, sino la sevillana (de la escuela de Carmen Sevilla), que se basa en afirmaciones tan incongruentes como campechanas y tiene mucho calado popular, aunque en el caso de la madrileña, que no da puntada sin hilo, siempre realizadas con intereses políticos bien calculados. Ni pecados ni tonterías, dice, porque parece tener claro que las causas de la sequía son de otro origen: «Tras el cierre de las plazas de toros [en Cataluña] han llegado la sequía y el control político». Ole, ole y olé.

Como quiera que la Cantabria taurina y glamurosa ha congregado a 250 personas en el Palacio del Mar, me he tranquilizado. Con tal vocación torera regional, si es cierta la filosofía sevillana de Ayuso, la lluvia llegará para colmar el pantano del Ebro.

No puede ser de otra manera.

martes, 30 de enero de 2024

CERRILES (31 de enero de 2024)

 

El Diario Montañés, 31 de enero de 2024. Fotografía ©El Diario Montañés

De un tiempo a esta parte siento mezcla de preocupación y culpabilidad cada vez que leo ciertos titulares de prensa: «En Cantabria hay 178 personas mayores de 64 años por cada cien que no han cumplido los 16». ¡Mecachis en la mar salada! ¿Adónde vamos a ir a parar con tal cantidad de mayores? Una sociedad que se precie no puede permitirse tales desequilibrios generacionales. Por eso, cuando reflexiono con frialdad, me parece incongruente que nos escandalicemos ante la presencia de inmigrantes, porque con la dirección que está tomando nuestra sociedad solo ellos pueden contribuir a ralentizar este descalabro estadístico. 

Habrá que regular la inmigración, de acuerdo, pero arrugo el ceño cuando oigo hablar de los males (¿los malos?) que puede acarrear. Curiosamente, una consecuencia que suele ir unida a su aparición, y que evitan argumentar quienes niegan que los necesitemos dentro de nuestras fronteras –dicen que pueden acabar con los valores de patria, religión, raza y familia–, es que «las mujeres inmigrantes hacen el trabajo de cuidados de los más pequeños y los mayores, lo que ha permitido que las mujeres nativas salgan al mercado laboral y puedan mejorar sus ingresos salariales». Esto no lo digo yo, lo dice Judit Vall, profesora de la Universidad de Barcelona. Según parece, tampoco ellos son la razón de que los sueldos de los autóctonos sean peores o haya menos trabajos. Habrá, pues, que buscar culpables por otro lado. Y dejar de utilizar el manido argumento de que son una auténtica plaga.

Plaga indeseable son los incendios forestales que se producen en zonas bien conocidas de nuestra región los días de viento sur. Desconozco si esos pirómanos cerriles, que actúan como cabestros practicando hábitos perniciosos, son mayores o menores de 64 años. Aunque casi tengo la convicción de que no son emigrantes.


martes, 23 de enero de 2024

SIMILAR SATISFACCIÓN (24 de enero de 2024)

 

El Diario Montañés, 24 de enero de 2024

El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto para la Doctrina de Fe y persona muy cercana al papa Francisco, está siendo noticia por unos escritos de juventud dirigidos a matrimonios jóvenes. «La mujer», dice en ellos, «por su rico plexo venoso vaginal […] suele ser insaciable […] después del orgasmo puede tener ganas de más». El hombre, por su parte, «se descarga bien […] y queda satisfecho y agotado».

Aunque sea mezclar churras con merinas, lo de la insaciabilidad de unos y el agotamiento de otros ha traído a mi cabeza un asunto bien distinto. Resulta que el consejero de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, Roberto Media, mantiene que, para que la obra resulte más atractiva para las empresas del ramo, hay que incrementar el coste del metro cuadrado en la construcción de viviendas de protección oficial (añadiendo el mantra de «la colaboración público-privada»). Como a nadie le amarga un dulce, es indudable que al constructor el trabajo le será más apetecible cuanto mejor se le pague; el problema surge cuando quien debe asumir el encarecimiento es el comprador. Además, se da la circunstancia negativa de que los jóvenes de Cantabria, potenciales interesados, tienen la tasa de emancipación más baja de España, precisamente por problemas económicos. Vista así, la cosa parece satisfactoriamente desigual.

Soy desconocedor del funcionamiento del negocio de la construcción, del que proviene el consejero, pero en el mundo editorial, el único que domino siquiera levemente, no vendemos más libros aumentando su precio. Al contrario, cuando se plantea alguna discusión suele ser para tratar de rebajarlo al máximo y conseguir el acercamiento del mayor número posible de lectores.

Lo que parece evidente es que en todo intercambio, sexual o comercial, las partes deben alcanzar resultados similares. Que no se favorezca siempre a los mismos. Por coherencia.

martes, 16 de enero de 2024

AUNQUE SEA UN LIBRO (17 de enero de 2024)

 

El Diario Montañés, 17 de enero de 2024

«Que todos los niños reciban un regalo, aunque sea un libro…» le pidió la alcaldesa de Zaragoza a los Reyes Magos ante miles de personas. Un «aunque» con connotaciones de mal menor: antes que nada, es mejor recibir un libro. Antonio Gordo Villarraso refería este pasado fin de semana en un diario digital la anécdota de una prestigiosa periodista española que, ya «en tiempos de pre-internet», había sido testigo de cómo uno de sus hijos le decía a su hermano, viendo lo que le habían traído los reyes: «Jódete, es un libro».

Ambas circunstancias muestran una tendencia negativa bastante común hacia el libro como objeto de regalo, algo que, por ejemplo, no sucede con los perfumes, cuyo bombardeo promocional es agobiante en fechas navideñas o estando próximas las festividades del día de la madre o el padre.

Por eso agradezco infinitamente que mi amigo el editor Esteban Ruiz no se haya apuntado a esa deplorable corriente y pusiera en mis manos una auténtica joya editorial, ‘Tinta salvaje’, obra primorosa en cada detalle. En ella se recogen más de 260 imágenes de la naturaleza de Cantabria, sacadas de los cuadernos de campo de Nacho Zubelzu, un artista que no solo ha sabido captar con sus pinceles los movimientos de cada animal, sino también la intangibilidad del aire arremolinándose en torno a un batir de alas o a los desplazamientos rápidos de una fiera salvaje. Con tinta, barro, café o te, el campurriano ha sabido domar ese instante para ofrecérnoslo en delicada jaula de papel.

Aunque se haya abierto un resquicio de envidia en mi interior por una perfección editorial que para mí quisiera, la obra me ha afianzado en la idea de que un libro es el mejor regalo. Este, en concreto, lo apreciarán incluso los no lectores.

Palabra de editor.

martes, 9 de enero de 2024

DECLARACIONES AL DICTADO (10 de enero de 2024)

 

El Diario Montañés, 10 de enero de 2024

La ministra de Sanidad ha incomodado al consejero Pascual por convocar, «tarde y mal y generando una alarma excesiva», el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Según él, Mónica García parece desconocer los episodios de gripe, habituales en esta época del año. Porque, aunque ella haya ejercido siempre de médica, no atesora la experiencia de nuestro consejero, que ha dedicado su carrera profesional a la gestión y dirección sanitarias y ha alcanzado, pese a estar alejado de la realidad de los pacientes, una perspectiva privilegiada que le ha permitido ver los toros desde la barrera de un despacho.

Esta vez se trataba de imponer de nuevo el uso de mascarillas en los hospitales, cuestión con la que Pascual estaba de acuerdo en parte, porque él no quería imponer sino recomendar, y hacerlo sin crear alarma social, fiel a una manera de actuar poco dada a sobrecoger al personal. Si en alguna ocasión hizo declaraciones que ponían en duda la viabilidad futura de la sanidad pública, rectificó de soslayo, quedose y no hubo nada.

Con todo lo anterior pretendo decir que es muy difícil que nuestros responsables políticos se pongan de acuerdo en algo al cien por cien, aunque en el fondo lo estén, como parece suceder en este caso. Pero hay intereses partidistas que alejan las posiciones. Es el sino de nuestro país, que sigue empeñado en analizar cada matiz hasta niveles absurdos.

Permítaseme comenzar el año 2024 socarronamente: si no nos hemos puesto de acuerdo en cómo concretar el uso de las mascarillas, va a resultar imposible determinar de una vez por todas si hay que colocar el papel higiénico con la hoja colgando hacia afuera o pegando a la pared, o si se deben aclarar los platos antes de introducirlos al lavavajillas. Que no son cuestiones baladíes.


martes, 2 de enero de 2024

SON LAS COSAS DE LA VIDA (3 de enero de 2024)

 

El Diario Montañés, 3 de enero de 2024

Años sesenta del pasado siglo. Recuerdo los ‘pobres’ que pedían dinero en la puerta de entrada a los campos de fútbol. Desplegaban un periódico, se sentaban y en algunos casos remangaban su pantalón para mostrar las piernas maltrechas. Huellas de la guerra, de accidentes o malformaciones naturales. De entonces guardo en la retina la imagen de Martín, un indigente que dividía su presencia dominguera entre los campos de fútbol de la Cultural de Guarnizo y del Unión Club de Astillero que, por convenio federativo, nunca jugaban ‘en casa’ a un tiempo. Las gentes, al darle unas monedas, solían tomarle el pelo. «Martín, no te las gastes en vino». «Ni en putas», añadían otros con maldad, «que el otro día te vimos con una». Martín, sin ningún diente en la boca, primero lo negaba, pero luego, ante la insistencia de los burlones, balbucía: «Yo no quería. Era ella».

Muchos años después, los humoristas de ‘Martes y 13’ pusieron de moda una frase similar, refiriéndose al pecado original de Eva. Como causó furor, la repetían hasta las lágrimas en sus actuaciones: «No quería, oiga, ella no quería».

Ahora la alcaldesa de Santa María de Cayón dice que la suspensión por seis meses de empleo y sueldo a un sargento de la Guardia Civil de El Astillero, que la ayudó a marcharse del escenario de un accidente de tráfico, «es un tema que le afecta a él, no a mí». Como Martín, primero, y ‘Martes y 13’, después, parece querer decir que ella no quería… marcharse. Añade, además, que lo suyo no implicó trato de favor.

«Son las cosas de la vida. No tienen como ni por qué», dice una canción. Aunque quizás sí, porque, si bien desconozco las circunstancias de la alcaldesa, puedo asegurar que Martín cambiaba de opinión por el dinero.