El Diario Montañés, 24 de abril de 2019
Dejamos
atrás una semana con las condiciones climatológicas alteradas entre el norte y
el sur, como si el tiempo hubiera querido agradar a Roncero, su hombre, que ha
sido nombrado embajador del sobao pasiego y la quesada. En el cálido sur la
lluvia cayó minuciosa para llorar la muerte de Manuel Alcántara, su hijo
predilecto; por aquí, en el áspero norte, salvo el jueves, el sol acompañó a
los turistas para sorpresa de algunos y satisfacción de todos. Por nuestra
parte, para que los viajeros no olvidaran la esencia de lo andaluz, hemos
cumplido con el rito de llenar nuestras plazas con ferias de abril, mojitos,
sevillanas y faralaes. Lo habitual por estas fechas en la geografía regional. También
las hemos llenado de mítines políticos, aunque el PRC dice que es el único
partido que completa el aforo –y para demostrarlo publica las fotos del
público, que otros escamotean–; por eso no están de acuerdo con las encuestas
que les niegan representación en el Congreso. Las urnas, este domingo, darán o
quitarán razones. Ellos siguen haciendo una campaña que apuesta por las cosas
nuestras, las cercanas, las del día a día: trenes, carreteras, hospitales,
aeropuertos, turismo…
Enrique
Álvarez –que no es político– prefiere alzar la voz desde la tribuna de este
periódico para hablar de asuntos más elevados, casi siempre inspirados en la
ley divina. El domingo apeló de nuevo al dogma para alertarnos del peligro moral
que supondrá la aprobación de la eutanasia, «la muerte elegida ya no por Dios
sino por uno mismo». Es una cuestión –lo dije la semana pasada– en la que deberíamos
dejar a Dios al margen, porque, aunque la ley se apruebe, no será de obligado
cumplimiento, y quienes defienden «el valor del sufrimiento y de la Cruz» seguirán
pudiendo morirse según su gusto.
Si
por un casual algún día caen en la tentación, estos versos del maestro Alcántara
los absuelven: «Averigua quién te dio / esas ganas de morirte. / Ha tenido que
ser Dios. / Ha tenido que ser Dios / un día que estaba triste. / No tiene otra
explicación».