miércoles, 29 de julio de 2020

RESPONSABLES E IRRESPONSABLES (29 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 29 de julio de 2020

La persona responsable es digna de una credibilidad que el irresponsable no posee. El presidente catalán se creía el mejor gestor del circo de la crisis cuando la cosa no iba con él, pero ahora que le crecen los enanos de la pandemia, en la pista que ya gestiona, no sabe muy bien qué hacer y tiene la tentación de tomar las mismas medidas que criticó al gobierno «centralista»: un nuevo confinamiento domiciliario. La feria es distinta según el cristal con que se mira y desde la posición que se ocupa.

A mí me sucede lo mismo ante la actitud de algunos jóvenes, si no mantengo la cabeza fría. No quiero ser en este asunto como Torra y criticar solo una parte, sin tener en cuenta que la realidad tiene muchas aristas. Cuando me dejo llevar por el corazón, estimo que nunca han sido tan estridentes los motores de sus coches –los de algunos, repito– como desde que se produjo «la suelta» tras la pandemia. Han salido inflamados de falsa libertad y transitan sintiéndose los amos del cotarro circulatorio. No tienen reglas. Son los reyes del mambo. O se lo creen, y se llevan todo por delante. Cuando en la noche esos gilipollas cabalgan sobre el ruido, me hacen recordar el mundo apocalíptico que tantas veces hemos visto en la ciencia ficción. Me sacan de quicio, lo reconozco. Luego la cabeza se impone. Hay quien nada merece, sí. Acaso una buena reprimenda. Pero la mayoría –al menos así me apetece pensar– son como esos estudiantes modélicos que cada temporada se superan en la selectividad, o como ahora se llame la prueba.

Estaremos de acuerdo en que lo que hace falta es que el día de mañana la responsabilidad social recaiga sobre ellos, porque de mediocres irresponsables ya estamos bien servidos.


miércoles, 22 de julio de 2020

LA CULTURA DEL LIBRO (22 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 22 de julio de 2020

Comienza hoy en la plaza de Alfonso XIII de Santander un encuentro veraniego con la cultura escrita, entre grandes medidas de seguridad. La pandemia que nos acecha lo ha cambiado todo, incluso la fecha del día del libro, que pasa a celebrarse mañana, 23 de julio, porque se ha considerado que ahora hay menos peligro que en ese mismo día de abril, y sobre todo más posibilidades, porque entonces estábamos confinados.

En la capital de Cantabria los organizadores han previsto medidas extremas de seguridad. Aunque el espacio en que se desarrolla la muestra supera los 3.000 m2, el aforo máximo se reduce a 350 personas (más de ocho metros cuadrados por persona). A la entrada habrá un detector automático de temperatura y de comprobación de uso de mascarillas, que funciona mientras el visitante pisa sobre una alfombrilla higienizante y de secado, al tiempo que recibe una pulverización con hidroalcohol, el mismo que luego hallará en cada caseta y en los espacios que hay entre ellas. Y los autores dedicarán sus obras en un puesto especial, protegidos por mamparas. Cuando pasee por el interior de ese recinto abierto, el visitante va a tener una sensación de seguridad que quizá no encuentre luego fuera de él, porque las prevenciones que se toman en el mundo cultural alcanzan niveles difíciles de encontrar en otros lugares.

Es lógico. Son muchos los que piensan que la cultura es más contaminante que cualquier actividad habitual y por eso conviene blindarse ante sus efectos. Todos conocemos el peligro que supone tener criterio propio, conciencia, empatía, intuición estética…, humanismo, en fin. Resulta más cómodo –lo ha sido siempre– caminar con la despreocupación egoísta del hombre gris, ese que da en no pensar en nada y prefiere transitar con el grupo por puntos de mayor riesgo.

¡No compare usted!

lunes, 13 de julio de 2020

ALGUNOS JÓVENES IRRESPONSABLES (15 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 15 de julio de 2020

Aprendí mucho durante mi larga amistad con Benito Madariaga, pero la diferencia de edad, veintiséis años, hizo que algunas enseñanzas prendieran en mí tiempo después. Recuerdo una frase que solía repetirme: «Aún no tienes edad suficiente, pero a partir de los cincuenta tendrás conciencia de la muerte. A mí me ha pasado. Cuando los cumplí, comencé a pensar en ella. Siempre ha estado ahí, pero ahora es algo que me preocupa». Tenía razón. Como concepto, la muerte nos acompaña desde que comenzamos a tener conciencia, pero llega un momento en que notamos su presencia hasta en los gestos más cotidianos. (¿Por qué si no nuestra obsesión por mirar las esquelas?).

Los jóvenes –algunos– son distintos. Ante el coronavirus, por ejemplo, no entienden nuestras precauciones con las mascarillas, ni con las distancias. No sienten el peligro. Mucho menos, la muerte. Conciben ese punto final como algo inevitable, pero remoto. Todavía no les toca. No es su tiempo. Prefieren los grupos, el bullicio, las discusiones. En ocasiones, incluso, las peleas etílicas. Es su particular manera de mostrar una falsa fortaleza. Las multas, si llegan, las pagan sus padres. Ellos, no.

«La vida es así –dice mi mujer–. Mira cómo son los animales jóvenes. Juguetones; casi se podría decir que ‘insensatos’. Los perros no temen las tormentas hasta la edad madura. Antes, permanecen ajenos al peligro». «Quizá sí –contesto–, pero sus padres siguen teniendo un ‘comportamiento animal’ a la hora de imponer la autoridad. Lo has comprobado: en ocasiones un ladrido a tiempo o un suave mordisco hacen que los más pequeños sigan guardando el respeto y agachen las orejas». «De acuerdo –me contesta–, pero procedimientos así no están bien vistos hoy día».

Puede ser –me digo– pero, por perder algunos comportamientos animales, corremos el riesgo de actuar como bestias.


miércoles, 8 de julio de 2020

QUE SE SEPA (8 de julio de 2020)



El Diario Montañés, 8 de julio de 2020

Mantenía la esperanza de que este verano no tuviéramos la serpiente que siempre llega bajo el disfraz de noticia banal. Otros años, las agencias, cuando no tienen de qué hablar, encargan a los becarios que publiquen durante estos meses vacíos cualquier cosa irrelevante para ocupar el tiempo del personal. Esta temporada parecía que no iba a ser así. Los brotes del coronavirus, surgiendo aquí y allá en goteo incesante, ocupaban la atención y llenaban los afanes. Dejaban en segundo plano la prepotencia insolidaria de Trump cuando decidió comprar para los suyos (para algunos) la casi total existencia del ‘Remdesivir’, el fármaco más indicado para combatir al bicho; o las manifestaciones del presidente de los hosteleros cántabros que, como si saliera de lo más hondo de su apellido, Cuevas, la temporada pasada pretendió traer extranjeros a trabajar, y ahora, en esta, achaca los problemas para contratar personal en su sector al Ingreso Mínimo Vital, que, según él, hace acomodaticios a los temporales (mal deben de andar las cosas en la hostelería para que alguien prefiera 400 euros al mes antes que trabajar).

Pero, mira por dónde, Bernardo Bustillo, Berni, ha logrado, con un desnudo no pretendido, caldear el ambiente del redil de las redes. Gracias a él, Torrelavega se ha puesto en el mapa y ha ocupado más espacio en las noticias –por una cuestión banal– que el que ocuparon en su día los problemas de Sniace.

Nota al pie: cuando la natación comenzó a ser deporte serio en nuestra región, Berni ya estaba aquí. Y, aunque por la parte que me toca sea un rival en las piscinas, ha conseguido, durante su dilatada carrera, un campeonato de España femenino y varias medallas nacionales. Para Torrelavega. Para Cantabria, que en este deporte no es nada. Pues eso, que también se sepa.