domingo, 21 de febrero de 2021

VACUNACIÓN CON LAGUNAS (24 de febrero de 2021)

 


El Diario Montañés, 24 de febrero de 2021

Mientras que Arquímedes se creía capaz de mover el mundo con una palanca, nuestro consejero de sanidad ve capacitada a su gente para vacunar a 26.000 cántabros al día, siempre que haya vacunas. La frase del griego se basaba en conocimientos matemáticos y físicos; la de Miguel Rodríguez, sospecho, juega con la ventaja de saber que no van a llegar tantas dosis. De lo contrario, las cuentas son demasiado optimistas porque se necesita que cada enfermero vacune a 72 personas al día en sus ocho horas de trabajo, «tras sacar las porciones del recipiente original, registrar los datos, explicar el proceso al paciente y esperar quince minutos con cada uno para comprobar que no haya ningún efecto adverso inmediato». Entre una cosa y otra, cinco minutos por persona. Sin descanso.

Cuando conocí sus cálculos imaginé a un sanitario frente a una cinta sinfín por la que pasaban los pacientes para recibir el pinchazo. Y volví a pensar en la necesidad de un coordinador, esencial para que sus pretensiones tuvieran alguna posibilidad. Cuando son muchos los que deciden, impera el caos. Hay que tenerlo todo atado y bien atado, y no veo por el momento a nadie capaz de amarrar todas las variantes. Vaya una por delante. La semana pasada llamaron a Manuel para que se vacunara en su centro de salud. Tiene 92 años y vive con su esposa, María, de 90, en una casa unifamiliar en la que llevan vida normal, valiéndose por sí mismos. María le acompañó al centro de salud. «A usted no le toca ahora. Ya la llamaremos cuando le corresponda», le dijeron a ella. Volvieron caminando. Comieron y cenaron juntos. Se acostaron. Pero no pudieron quitarse de la cabeza lo que habían dicho algunos profesionales sanitarios: «la campaña tiene lagunas importantes».

Aún esperan la llamada.

martes, 16 de febrero de 2021

AUTORITARIOS EN EL CARGO (17 de febrero de 2021)

 

El Diario Montañés, 17 de febrero de 2021

El patrimonio de Cantabria es noticia. Casi parecía anecdótico lo de las baldosas de la calle Cántabra en Potes –porque el asunto puede tener marcha atrás–, cuando tuvimos conocimiento del derribo del ala oeste del palacio de Chiloeches, en Santoña, que según los tribunales «carece de valor histórico». Para colmo, hemos tenido noticia del soplao que ha surgido próximo a la cueva del Juyo, en Igollo, santuario con miles de años de antigüedad. Es significativo que los tres casos tengan el denominador común de la realización de obras y que, al parecer, en dos de ellos se llevasen a cabo sin los permisos necesarios. Es esa costumbre tan española de hacer las cosas porque sí, nuestra particular manera de demostrar poder, incluso desde el nivel de una pedanía. («¡Qué corra el escalafón!», exclamó un monaguillo cuando murió el papa).

Francis Bacon señaló que a la naturaleza solo se le vence obedeciéndola. Por eso es peligroso desviar cauces o realizar rellenos sin antes hacer estudios que excluyan riesgos posteriores. El problema surge cuando se desconfía de quien hace tales estudios. Si nos dejamos llevar por las declaraciones del juez vasco Luis Ángel Garrido, cualquiera puede ser experto en algo, pues ha manifestado que a un médico de cabecera le serviría un cursillo para ser considerado epidemiólogo. Por eso él, que, aunque juez, aparenta ser perito en bares, ha decidido que deben abrirse, pues nadie, dice, puede asegurar la relación entre la apertura y los contagios.

Este juez y aquellos pedáneos me recuerdan a unos paisanos que se enzarzaron en un bar discutiendo si era más difícil hablar en francés o en inglés. Ellos, que apenas sabían expresarse en castellano.

Qué abusivos se muestran algunos en sus cargos. Lástima que no tenga espacio para hablar de los dos policías de Linares.

martes, 9 de febrero de 2021

NO TODO VALE (10 de febrero de 2021)

 


El Diario Montañés, 10 de febrero de 2021

La pandemia lo pone todo patas arriba. Hay cientos de pequeños negocios que apenas sobreviven. Por eso no debemos actuar como si nada pasara, porque es mucho lo que está pasando. Quienes creemos que el covid es muy peligroso, guardamos todas las precauciones posibles y respetamos las normas, por duras que sean. El ecónomo de la diócesis de Orihuela, capaz de creer a pies juntillas en lo que no ve, negó una y otra vez lo que tenía ante sí. No quería usar mascarilla en misa ni en las reuniones episcopales ni en ningún lugar, recibió con malos modos a los policías cuando le recriminaron su actitud ante la queja de los feligreses, y ahora que se ha contagiado se encomienda a la medicina –«por lo visto Dios debe andar en sus asuntos», decía un verso de Lauro Olmo– para que lo curen y no vaya a más una infección que ya afecta a veinte curas, enfermeros y trabajadores de la casa sacerdotal de Alicante.

Tenemos que ser respetuosos, aunque haya medidas que nos den directamente en la línea de flotación. Si no las cumplimos todos, la cosa puede ir a peor, ahora que parece que está mejorando. Como presidente de un club deportivo, sé que los niños están sufriendo en sus propias carnes la falta de deporte, algo tan esencial para ellos como el oxígeno que respiran. Pero por respeto cívico, por compromiso social, no permitiré usar atajos que pongan en riesgo la salud de los demás. Las reglas están para cumplirlas, y más en este campo que, además de prepararlos físicamente, debe transmitirles los valores del espíritu deportivo y el juego limpio. Nada de fullerías o engaños.

Volvamos a un tiempo cuando nos lo permitan, porque, aunque estemos en el país de la picaresca, no todo puede valer.

 

martes, 2 de febrero de 2021

PELIGROS Y PARADOJAS (3 de febrero de 2021)


 El Diario Montañés, 3 de febrero de 2021

La esperanza es lo último que se pierde. Quizá por eso el consejero Miguel Rodríguez mantiene la de abrir nuestras fronteras en Semana Santa, si para esa fecha se ha vacunado a «gran parte» de los mayores de edad de la región, que, según él, serían, «por ejemplo, todos los mayores de 80 años». Tal expectativa cojea bastante en cuanto a seguridad de la población general porque, sin entrar en consideraciones más profundas, hay informes que dejan a las claras que esta tercera ola ha rebajado la edad del peligro y está triplicando la mortalidad entre los afectados de la horquilla de 60-69 años. El anuncio tiene doble vertiente: por la parte positiva, mantiene en alto las espadas de la ilusión del sector turístico, en general, y la petición del obispo de Santander, en particular, a quien le parecen desproporcionadas las restricciones de aforo que le han impuesto a sus feligreses en las iglesias; la negativa es que puede venirnos una ola final que arrase definitivamente con todo. El tiempo dictará sentencia.

Lo único que puedo decir es que cuando me enteré, se me detuvo la respiración, precisamente en el momento en que la estaba practicando nasal, pausada y profunda, porque he leído en este periódico que hacerlo de tal guisa resulta «tan eficaz para la sexualidad, como la viagra para la disfunción eréctil», y era cosa de probarla para mantener elevada la moral.

Quienes han estudiado aspectos tan sesudos (he tenido la tentación de escribir ‘sexudos’) creen que el mejor estado se alcanza con mantras o rezos como el avemaría y el rosario, porque tienen el ritmo perfecto para generar la oxigenación corporal idónea. Si es así, puede resultar que los que menos viagra necesiten son quienes persiguen la pureza religiosa. Por bien capacitados, respiratoriamente hablando.

Mira por dónde.