lunes, 23 de noviembre de 2020

EL LOBO Y EUROPA (25 de noviembre de 2020)


 El Diario Montañés, 25 de noviembre de 2020

Resulta complicado mantener firmes las ideas en esta época de acoso en las redes y salir indemne, porque gracias a internet cualquiera puede expresar sus opiniones. En este periódico, por ejemplo, cuando hay informaciones en su formato digital que conmueven al público lector, las respuestas –anónimas casi siempre– se multiplican para manifestar desacuerdo o aprobación (depende del color del cristal ideológico con que se mire). Y eso no está mal, si se hace con educación y argumentos. No tanto si imperan la desinformación, la descortesía o los insultos. En entonces cuando pueden surgir malos modos groseros entre las diferentes maneras de pensar (de alguna forma debo nombrar a los prejuicios).

Confieso que tengo el prejuicio del amor a los animales (el amor a los humanos va de suyo, nadie debería reprocharme nada). Y que los defiendo cuando siento que se los maltrata. No digamos cuando se los mata. Por eso traigo a colación el conflicto del lobo. Sin acritud. Con serenidad. De nada sirve que hayamos escondido su caza disfrazándola de gestión para controlar sus poblaciones y hábitat –«Cualquier día bajan al paseo Pereda y al Sardinero», dijo una parlamentaria cántabra–; de nada utilizar el eufemismo «extracción» para esconder la crueldad (en una de esas «extracciones» se abatió un cachorro de siete kilos); de nada la opinión de los científicos...

¿Servirá de algo saber que el Tribunal Europeo de Justicia sentenció el pasado junio, en un fallo emitido dentro del marco jurídico de la Unión, «que la preservación “rigurosa” del lobo se debe garantizar bajo todas las circunstancias, incluso cuando se encuentre en zonas habitadas por el hombre», y que está prohibida su captura o sacrificio? ¿O solo nos acordamos de santa Bárbara –de Europa– cuando truena y necesitamos su amparo… económico?

Parece que somos europeos únicamente cuando nos conviene.

martes, 17 de noviembre de 2020

NOVIEMBRE SOMBRÍO (18 de noviembre de 2020)

 

El Diario Montañés, 18 de noviembre de 2020

Noviembre tiene connotaciones de tristeza. Comienza con el recuerdo de los muertos y suele continuar con días grises que acortan sus horas de luz. «Cuando un noviembre húmedo y lluvioso invade mi alma, siento que debo hacerme a la mar», dice Ismael en ‘Moby Dick’. También Lorca utiliza en el ‘Romancero gitano’ la imagen de este mes sombrío para ocultar la tenencia de alcohol ante el acoso de la guardia civil: «Y el coñac de las botellas / se disfrazó de noviembre / para no infundir sospechas».

El mes está siendo cálido, con días de sur suave que arranca las hojas perezosas y doradas de los árboles. Pero también está arrancado vidas –doradas, y no tanto– en un insoportable goteo diario con el avance del covid. Nadie quiere sentirse culpable de tanta muerte, pero progresa el desgaste. Fernando Simón, hasta ahora cauto y sereno, ha puesto de uñas al colegio de médicos de España. Quiso engrandecer a los profesionales sanitarios, pero dejó entrever que son mejores ahora que en la primera ola, porque, además de aprender a combatirla, «evitan contagiarse fuera de su trabajo». Lo mismo manifestó en su día nuestro consejero de Sanidad, que culpaba a los sanitarios más jóvenes –quiénes, si no ellos, son la primera fuerza de choque en los servicios de urgencias– de contagiarse en salidas con los amigos.

Por la boca muere el pez, y algunos responsables peligran con estas afirmaciones. Miguel Rodríguez, el antedicho consejero, declara que no hay desabastecimiento de vacunas para la gripe, solo «un descuadre» en la programación de las citas. La culpa no es suya, sino de quienes no han sabido cuadrar las cosas. Aunque todavía, desde su competencia, no tenga las vacunas para el personal sanitario, que es el que cuida de todos nosotros.

Noviembre de balones fuera. Sombrío.

martes, 10 de noviembre de 2020

VICIOS DEL PODER (11 de noviembre de 2020)


El Diario Montañés, 11 de noviembre de 2020

Desde las elecciones americanas no deja de bullir en mi cabeza la expresión «poder omnímodo».  La decía con marcado acento extranjero Gabino Diego en la genial película de Cuerda «Amanece, que no es poco», cuando los estudiantes que encabezaba se enfadaron con una decisión del alcalde del pueblo: «… nos vamos, pero, sin embargo, cuando seamos líderes, con todo el poder omnímodo, no nos olvidaremos, alcalde, que usted nos toca las pelotas». Y al no olvidarse, amenazaban implícitamente con tocárselas al alcalde en el futuro, cuando ellos tuvieran el poder. Porque lo de tocarlas es vicio habitual del mando.

Trump no quiere reconocer su derrota. No le importa extender la duda sobre el funcionamiento de la democracia americana. Pertenece a ese tipo de personas a las que nada afecta que tras ellas venga el desierto. Donald, simplemente, no reconoce el fracaso, hasta que la justicia le dé un varapalo. Y ni así estará dispuesto a dejar de buen modo su «poder omnímodo».

Quien ya ha sido vapuleada por la justicia es la consejería de educación. Los jueces no han entendido que su medida, con respecto a la anulación de las vacaciones, estuviera basada en razones objetivas para preservar a las familias –más concretamente a los abuelos– del peligro de los trasiegos estudiantiles por el domicilio familiar en ese tiempo de ocio. El problema es que rompieron unilateralmente, de la noche a la mañana, acuerdos ya firmados, sin pedirle opinión a nadie. Y considerando los parones educativos como meros caprichos que nada tenían que ver con auténticas necesidades pedagógicas.

No creo que actuaran como si fuese suyo el poder omnímodo, pero la decisión que tomaron, y que la justicia finalmente frenó, ha roto la confianza del colectivo de educadores. Nunca olvidarán que con ella han pretendido, de nuevo, tocarles… las narices.


martes, 3 de noviembre de 2020

COJOS MENTALES (4 de noviembre de 2020)

 


El Diario Montañés, 4 de noviembre de 2020

Las protestas tienen en ocasiones protagonistas indeseados. El ‘Cojo Manteca’ copó las noticias en 1987 cuando se dedicó a destrozar mobiliario urbano durante unas revueltas estudiantiles en Madrid. Él, que por los libros sentía repelús, se convirtió por obra y gracia del destino, y de sus movimientos gráciles sobre una pierna, en la figura simbólica de aquella huelga que pedía, entre otras cosas, reducir las tasas académicas y eliminar la Selectividad. Como en la canción de Aute, Manteca pasaba por allí; un sin techo, ni ocupación ni pierna. Y se dedicó a causar daños a muletazos. Su acción le puso en boca de toda la prensa, pero –suele suceder– durante poco tiempo. Luego murió prematuramente, entre el olvido y el sida. 
Muchos años después, enfrentados a no se sabe qué, un grupo de jóvenes se han echado a la calle para luchar contra una privación de libertad que, en nombre de la salud, les hurtaba el ocio nocturno en las cálidas noches de Halloween. ¡Hasta ahí podían llegar nuestros gobernantes con su implacable férula! Hubo quema de contenedores y enfrentamientos contra las fuerzas del orden. Uno de los detenidos había llamado a la rebelión por las redes mezclando la velocidad con el tocino, con dos cuchillos en las manos, empleando el nombre de Alá, «o llámalo X». Patochadas en tiempo de confusión. Otro de los arrestados tiene quince años, como el amor del ‘Dúo Dinámico’. Una edad para estar en casa antes de las doce, que no debería verse afectada por el toque de queda.
Si no fuera porque la mayoría de estos niñatos son incapaces de leer varias palabras seguidas, les afearía la conducta a los «intelectuales» que desde el púlpito de Internet predican a diario el negacionismo en nombre de la libertad. También ellos actúan como cojos… mentales.